Buscar este blog

miércoles, 23 de junio de 2010

Pincelada de ideas - El día que iba a escribir una pincelada y me distraje con el paisaje

Mientras pienso de qué va a ir esta pincelada estoy sentada en el sofá del salón e, inevitablemente, mis ojos miran hacia la ventana (sí, cuando no sé qué escribir siempre encuentro alguna excusa para distraerme). En el edificio de enfrente hay un balcón con varias macetas, todas con flores rojas, rosas, blancas… Oh, y también hay una bandera de España que se mueve con el viento. Bueno, eso no lo voy a describir, creo que todos sabemos cómo es una bandera de España, ¿no? Ahora que lo pienso, un texto que empieza así estaría bastante bien para un pensamiento sobre el mundial de fútbol o… yo qué sé, los nacionalismos o algo de eso. Lo cual me quitaría de encima la tarea de encontrar algo sobre lo que escribir hoy. ¡Genial! Lástima que mis conocimientos sobre mundiales y nacionalismos no den ni para llenar una página.

O podría reflexionar sobre el zumbido de la lavadora que llega desde la terraza…

O sobre lo poco sano que puede ser escribir con luz natural a ciertas horas de la tarde, cuando apenas te das cuenta de que la luz se va…

O podría escribir algo sobre la razón por la que la hoja sobre la que escribo esto esté tan “decorada” con rayajos, pruebas de tinta de boli y un garabato de Perry el Ornitorrinco en la esquina. Aunque esa reflexión tendría una respuesta muy fácil: aburrimiento.


Hablando de garabatos, estoy viendo que tengo aquí mis apuntes / resúmenes de Historia del año pasado, en los que Alcalá Zamora y Manuel Azaña son unos monigotes compuestos de cuatro palotes y un círculo por cabeza. ¡Ah! ¡Es increíble la de tonterías que hace una bajo la presión de un examen! Aunque tienen su gracia…

Esto es lo que se llama “guitarrear” a lo literato, digo cosas sin sentido (lo primero que se me pasa por la cabeza) sólo por decir algo, y como no tengo psicólogo ni nada que se le parezca, pues uso una página en blanco, que para el caso viene a ser lo mismo.

A veces, antes de escribir una reflexión con la que ofrecer algunas respuestas, hay que parar un momento y plantearse sólo las preguntas. Y a veces, antes de hacernos las preguntas, no viene mal simplemente mirar a nuestro alrededor. Observar.

Sí, observar y escribir lo que ves, oyes o piensas durante unos quince minutos no le soluciona la vida a nadie. Pero puede arreglarte temporalmente el dilema de no saber qué decir.

Os animo a no decir nada útil y a escribirlo de vez en cuando. Otra cosa no, pero entretener, entretiene.

Y además, es una forma rápida y fácil de salir del paso cuando no sabes sobre qué hacer una pincelada.

¡Oh, vamos! ¿Pensabais en serio que un texto como éste iba a tener una moraleja?

Madrid, 16 de junio del 2010

2 comentarios:

  1. La verdad es que esperaba una moraleja, pero tomaré esa invitación final como moraleja... Y lo llevaré a cabo.

    ResponderEliminar
  2. Ahh, y Perry el Ornitorrinco puede llegar a ser muy filosófico.

    ResponderEliminar