Buscar este blog

jueves, 3 de junio de 2010

Pincelada de arte - Trapito

Empiezo a comprender que los sueños nunca son estáticos, sino que están en continuo movimiento y a veces se paran, otras veces siguen adelante, incluso cambian o renacen según pasa el tiempo. De esta manera, encontrar algo que te apasiona puede llevarte a descubrir cosas que antes nunca te habían llamado la atención, pero también te conduce a ver los viejos recuerdos desde una perspectiva totalmente nueva.
Algo así me pasó con el largometraje que hoy ocupa esta pincelada.
Trapito es una película de animación argentina que nació en el año 1975 de la mano del director y dibujante Manuel García Ferré. Es la historia de un pequeño espantapájaros que no tiene ilusión alguna y que, por lo tanto, se resigna a lo que él llama su destino: permanecer clavado en la tierra. Pero en una noche de tormenta salva la vida de un gorrión muy entusiasta llamado Salapín, que a partir de ese momento se convierte en su propia ilusión: así pues, debe echar a caminar por el mundo siguiendo el vuelo del pájaro, lo que lleva a ambos a vivir una emocionante aventura.

Echándole un vistazo a este blog me acabo de dar cuenta de que no he hablado de obras de la animación tanto como me gustaría (¡bueno!, ya lo remediaremos), pero lo bueno es que, sin haberlo planificado, al menos estoy recorriendo escenarios distintos en lo que a este arte se refiere. Así que, si con Ponyo en el acantilado le echamos un vistazo a la animación japonesa y con El Príncipe de Egipto a la estadounidense, hoy vamos a comentar una joyita de la animación latinoamericana.
Manuel García Ferré ha demostrado con sus creaciones, sobre todo en sus primeras etapas, que el bajo presupuesto no es excusa para no hacer una película como Dios manda. Y es que una de los aspectos más destacables de Trapito, desde el punto de vista artístico, es precisamente su apartado visual. El filme presenta unos diseños sencillos, unos fondos bien trabajados, una variada pero natural paleta de colores (en una entrevista dijo Ferré: “sostengo que haberme criado hasta los 17 años a orillas del mar Mediterráneo me dio mucho sentido del color”), en fin, el cuidado y mimo de los actores del lápiz que trabajaron en darle vida a sus bocetos. En cada fotograma se aprecia una deliciosa labor de dibujo a mano que todavía a día de hoy, treinta y cinco años más tarde, se mantiene intacta. He aquí un punto a favor de la animación tradicional, que envejece muchísimo más despacio que el arte moderno (y cada vez más popular) de la animación por ordenador.
En cuanto a la historia que nos cuenta esta película, la definiría en una palabra: atemporal. Es una película que puede verse en cualquier momento, da igual cuánto tiempo pase o cómo cambien las modas, porque las fábulas sobre el espíritu humano siempre tienen sentido para el espectador. Y de eso se trata aquí. Trapito es un personaje que, pese a ser dibujado como un espantapájaros, nos representa a todos en algún momento de nuestra vida. “La realidad es mi escuela”, dice García Ferré cuando se le pregunta acerca de la inspiración para sus personajes. Todos conocemos, o incluso alguna vez hemos sido, personas que creen que su destino es estar clavados en la tierra y que necesitan encontrar una ilusión que dé sentido a sus vidas. Algo que nos guíe, que nos ofrezca un horizonte. Trapito es, simplemente, una historia que habla de los sueños a través de las aventuras de un espantapájaros que sigue a un gorrión, aprendiendo un mensaje que nunca pierde su valía:
Recuerda que la ilusión tiene alas como los pájaros: por eso un día puede volar y abandonarnos. Pero también porque tiene alas, un día puede volver.
Manuel García Ferré dirige sus creaciones a un público infantil: por tanto, no nos engañemos ninguno, para apreciar completamente esta película de animación es necesario ponerse las gafas de niño que tenemos por ahí, abandonadas en algún cajón del armario. Si no queremos hacerlo, ya digo, también podemos ignorar su contenido y disfrutar sólo del arte que componen sus imágenes. En cualquier caso, Trapito sigue siendo un filme muy valioso, una oda a la humanidad y una obra de arte que nadie, niño o adulto, debería dejar de ver.

2 comentarios:

  1. Me parece que ese abito de soñar y creer enlos sueños es lo más maravilloso que te puede pasar. Me encantó tu comentario y adelante! a seguir dándole vida a tus sueños! Adelante! exitos...

    ResponderEliminar
  2. "Recuerda que la ilusión tiene alas como los pájaros: por eso un día puede volar y abandonarnos. Pero también porque tiene alas, un día puede volver". ¡hermoso!!!!

    ResponderEliminar