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jueves, 26 de marzo de 2015

Reto de Lectura 2015 - Un libro escrito por alguien menor de treinta años: Frankenstein, de Mary Shelley

La edición que he leído.

Pregunta inicial de estas reseñas: ¿por qué escogí este libro para esta categoría? Pues… ¡porque es Frankenstein! No es que yo sea de las que leen clásicos solo porque son clásicos y “hay que leerlos”, pero en serio, cuando me puse a investigar opciones para esta categoría y a buscar libros escritos por autores menores de treinta años me sorprendió muchísimos ver esta novela en esa lista. Sí, cinco minipuntos para la filóloga inglesa que no sabía ese dato, lo sé. Supongo que podría haber prestado algo más de atención en Introducción a los Textos Literarios en Lengua Inglesa.

Ahora en serio: siempre he tenido cierto interés por leer esta novela, pero enterarme de que su autora tenía dieciocho años cuando lo empezó y veinte cuando lo publicó… bueno, digamos que al menos convirtió un “lo leeré un día de estos” en un “de este año no pasa”. Quizás hay quien piensa que soy demasiado impresionable: lo niego. Estamos hablando de una de las historias más célebres de la literatura universal. Y esto no es como Orgullo y prejuicio, que aunque también es un gran logro no deja de ser un relato totalmente centrado en lo que Jane Austen veía en su entorno: pretendientes, casas de campo, familia, etc. Pero ¿os habéis parado a pensar en la enorme imaginación que tiene que tener una jovencita de dieciocho años, especialmente en el siglo XIX, para ocurrírsele escribir sobre un científico obsesionado que crea vida en su laboratorio? Mary Shelley, me caes mal. A esto debía referirse Stephen King cuando dijo que ciertas obras de autores con mucho talento pueden provocar esta reacción en un aspirante a escritor:

¿Qué estoy haciendo con mi vida?

Bueno, ahora en serio (es la segunda vez que digo esto, pero ¿quién está contando?). Es verdad que esta novela me ha impresionado mucho. No solo porque nunca habría adivinado que estaba escrita por una autora tan joven de no haberlo sabido antes, sino también porque, para ser una historia tan famosa, me resultó sorprendentemente impredecible. Debo reconocer que la única versión cinematográfica que había visto era la parodia de Mel Brooks El jovencito Frankenstein, pero no sé, tengo la sensación de que en general muchos nos tomamos esta premisa un poco a broma: que la imagen típica que todos tenemos del monstruo de Frankenstein es la de un zombie medio perdido que apenas sabe vocalizar, algo por el estilo. ¡Cuál no sería mi sorpresa al leer este libro y encontrarme con una criatura que habla francés fluidamente y cita a John Milton! ¿Cómo puede la cultura popular equivocarse tanto?

Vale, eso suena raro, y admito que el desarrollo de la criatura en el libro es un poco difícil de creer para tratarse de alguien que ha aparecido en el mundo de la noche a la mañana, y hay otras partes del argumento que también parece que te las tienes que creer “porque sí”, pero si vas a contar la historia de un hombre que crea vida a partir de la nada, lo último que puedes hacer es obsesionarte con el realismo. Esto no es un relato de misterio con lógica a lo Sherlock Holmes, ni siquiera lo llamaría realmente de terror: es una tragedia. Que es lo que cabría esperarse con semejante premisa. No me importa que algunos detalles no tengan mucho sentido o sean un poco fantasiosos si las reacciones de los personajes ante esos eventos resultan creíbles y puedes empatizar con sus sentimientos. Y aquí ocurre exactamente eso, tanto con Víctor Frankenstein como con su criatura.

Los primeros capítulos son un poco difíciles de tragar (una no se espera empezar a leer Frankenstein y encontrarse con que la primera escena transcurre en un barco en medio del Polo Norte), pero vale la pena leerlos para conocer un gran clásico y una historia atemporal sobre la ambición humana, la necesidad de afecto y la tragedia de los prejuicios: una historia que las generaciones pasadas han leído, que leemos nosotros y que seguramente leerán nuestros descendientes.

Y escrita por una chica de dieciocho años, ni más ni menos.

martes, 24 de marzo de 2015

Reto de Lectura 2015 - Una trilogía (III): Sinsajo, de Suzanne Collins

Me encantó cómo describen esta tercera entrega en Trailers HonestosTe presentamos Los juegos del hambre como nunca antes los habías visto... ¡sin juegos del hambre! xD



Me resulta complicado escribir un análisis de este libro que le haga justicia; en parte porque lo estoy haciendo súper tarde y ya es difícil transmitir mi reacción inicial, cierto, pero también en gran parte porque intento evitar los spoilers en este tipo de reseñas, y hablar del final de esta saga sin desvelar detalles importantes es muy difícil. Podría volver a destacar que la acción es entretenida, como en el resto de la trilogía, que sigue siendo una historia sólida y que la conclusión es, para mí, satisfactoria. Pero eso se puede decir de casi cualquier trilogía que valga la pena. Sinceramente, creo que la mejor crítica que puedo hacer se resume en esta recomendación: leedlo. Aun así, por no escribir una reseña tan pobre, permitidme destacar los dos elementos que, en mi opinión, hacen de Sinsajo un excelente final para esta peculiar historia.

Primero: la evolución de los personajes. El desarrollo de la guerra en este libro es un poco acelerado para mi gusto (recuerdo que cuando llegó el momento de la misión final en el Capitolio mi reacción fue: “¿ya?”), pero no lo es la progresión y el creíble crecimiento de los personajes principales. En este punto de la historia todos han experimentado cambios respecto a su personalidad inicial, pero vemos perfectamente cómo y por qué han ocurrido esos cambios. Esto lo aplicaría a personajes como Gale, Prim, Finnick, y hasta cierto punto Haymitch, pero especialmente a Peeta y a Katniss. Y voy a ser clara: como lectora no voy a decir que me alegre de los cambios tan drásticos que sufren unos personajes a los que he llegado a coger tanto cariño, pero realmente me parecen lógicos. Se establece claramente, desde el segundo libro, que no hay manera de ser vencedor en los Juegos del Hambre sin sufrir unas consecuencias. Entonces, ¿cómo no va a afectar gravemente a estos personajes el hecho de salir vivos dos veces de la arena? Los progresivos cambios de mentalidad y actitud que vemos, sobre todo en Katniss, me parecen perfectamente reales.

Lo cual me lleva al segundo elemento que quiero destacar, que es el mensaje. Sin dar demasiados detalles sobre el final, creo que, si tuviese que resumir la conclusión de esta saga en una palabra, esta sería “consecuencia”. Todo lo que ocurre, ya sea por las circunstancias externas o por las decisiones de los personajes, tiene unos efectos determinantes, y eso hace que todo esto sea mucho más trágico. Y “trágico” no siempre equivale a “mejor”, pero… ¡esto es la historia de una guerra! Seamos realistas, en una guerra es muy, muy difícil, por no decir imposible, estar seguro de que te encuentras en el bando correcto, si es que hay uno. Me gusta mucho que ese sea en gran parte el conflicto de Katniss a la hora de luchar, y el mensaje que eso transmite (mucho más por tratarse de novelas dirigidas a un público juvenil). No es el mensaje más alegre ni el más optimista, pero es brutalmente honesto: a veces no hay buenos ni malos, sino personas poderosas batallando por sus propios intereses y víctimas que tienen la desgracia de verse enredadas, e incluso utilizadas, en esos conflictos.

Debo admitir que hay algunas cosas sobre el desenlace que aún no me quedan muy claras, pero creo que al menos sí entiendo las intenciones de la autora, y me parecen muy loables. Así que, en resumen, me ha encantado. No solo esta tercera parte, sino toda la saga. Es una premisa interesante y arriesgada que lleva al desarrollo de una historia mucho más madura de lo que me había atrevido a esperar. Y me alegro muchísimo de que haya tenido tanto éxito: posiblemente sea una de las pocas cosas hoy en día que se merecen cada minuto de atención que están recibiendo. Al menos por ahora.

viernes, 6 de marzo de 2015

Reto de Lectura 2015 - Una trilogía (II): En Llamas, de Suzanne Collins



Diálogo entre mi hermana Juli y yo cuando terminé de leer Los juegos del hambre:

Juli: ¿Ya estás con el segundo?

Abi: No, estoy leyendo una novela de Jane Austen…

Juli: ¿¿En serio?? Yo no soy capaz… Me leí los tres seguidos y del tirón.

Abi: A ver, Juli, hay que dejar tiempo para procesar entre libro y libro, que si no, la trilogía no te dura nada… Yo me voy a terminar Persuasión, luego leeré En llamas tranquilamente, escribiré la reseña para el blog, después un par de libros más, y ya al final Sinsajo. ¡Si no hay ninguna prisa!

Eh… Sí. Claro. Buen intento, Abi.

Bueno, adelanto que desde luego no hay ni una sola lectura entre En llamas y Sinsajo. De hecho, creo que mi tiempo de “procesar” entre uno y otro duró algo así como media hora. Pero bueno, con ese final… ¿qué esperabais? ¿Que después de leer esta segunda parte me tomara las cosas con calma, escribiese un análisis detallado y lo publicase? ¿Con el tercer libro esperando en la estantería? No, eso no iba a pasar: me engañaba a mí misma. “Pero Abi, si ya habías visto la peli”. Eso… ¡eso no tiene nada que ver! Vale, sí que tiene que ver. ¿Qué queréis que os diga? No me entiendo ni yo.

En este libro continúa la lucha por la supervivencia a la que los protagonistas fueron arrojados en la primera parte, solo que de distinta forma: ya no se trata de sobrevivir en la arena, sino en el mundo de la fama. Luego a la mitad del libro hay una vuelta de tuerca, sí, pero es verdad que, hasta cierto punto, las partes más interesantes están en la primera mitad. Es aquí cuando Katniss descubre que, a pesar de haber salido vencedora de los Juegos, no se ha salvado. Se da cuenta de que, a partir de ahora, toda su vida consistirá en interpretar un papel, aparentar y poner buena cara si quiere proteger a los suyos. Este tema, en el que se profundiza incluso más en el tercer libro, es una de las cosas que más despertó mi interés: ver que los vencedores, que al fin y al cabo son las superestrellas de Panem, a los que todos tienen en un pedestal, no están fuera de peligro, y de hecho hay un precio muy alto por haber sobrevivido a costa de las vidas de otros. Después de respirar aliviado al final del primer libro, creyendo que los personajes han conseguido escapar de la boca del lobo, aquí te das cuenta de que en realidad están casi en la garganta.

La verdad es que ahora es difícil hablar más de la historia sin adelantar detalles de Sinsajo (he ahí por qué debería haber escrito esto antes de leer el tercer libro), así que voy a ir concluyendo esta reseña. Solo un detalle más, en el plano de lo lingüístico: una cosa que me llama la atención es la habilidad de Suzanne Collins a la hora de utilizar el narrador en primera persona. Es un punto de vista que yo personalmente suelo evitar al escribir historias porque me parece que la mayoría de las veces hace que la voz del autor y la del personaje se confundan. Sin embargo, aquí no ocurre eso. No dudo que haya algún punto de identificación, pero cuando leo estos libros escucho a Katniss Everdeen, no a su autora. Es una forma de autenticidad impresionante. Dicho esto, al mismo tiempo siento que Suzanne Collins es una narradora muy cercana y conoce muy bien el talón de Aquiles de, quizá, la mayoría de sus lectores; por ejemplo, en la parte en que los habitantes del Capitolio explican sus trucos para comer en una fiesta se palpa un sentimiento de indignación compartida entre lector y escritor que no pasa desapercibido.

Y con eso concluyo por ahora. Espero poder comentar Sinsajo antes del próximo cambio de siglo, y al mismo tiempo seguir con las lecturas. Ahora mismo estoy con “un libro escrito por alguien menos de treinta años”. Ya os contaré.

jueves, 5 de marzo de 2015

Reto de Lectura 2015 - Un romance clásico: Persuasión, de Jane Austen

Esto en realidad lo escribí el 15 de febrero. No sé por qué no he sacado ni un rato para publicarlo antes... Ah, bueno, sí lo sé: Suzanne Collins. Pero de eso ya hablaremos.

Esta no es la edición que yo he leído... ¡pero la portada mola un montón!

No es que quisiera ser tan predecible, pero seamos claros: en el primer momento que vi esta categoría en la lista sabía a qué autora iba a recurrir. Podría decir que consideré varias opciones, y supongo que sería verdad si por “considerar varias opciones” entendemos “ir a la lista de novelas de Jane Austen y elegir una”. Tanto que decía que después de la carrera necesitaba un respiro, y al final he tardado menos de seis meses en volver a la literatura inglesa.

Por esta introducción podría parecer que soy una devoradora compulsiva de libros de Jane Austen y que por eso tenía tan clara mi decisión, pero lo curioso es que en realidad solo he leído dos. Contando éste. Sé que parece un poco absurdo mostrar tanto entusiasmo por una autora de la cual has leído tan poco, pero cuando uno de esos libros se ha convertido en uno de tus favoritos de todos los tiempos, eso de ser objetiva se vuelve un poco complicado.

También es curioso que, habiendo leído antes solo Orgullo y prejuicio (escrita por Jane Austen a los veinte años), mi siguiente opción haya sido precisamente Persuasión: su último libro, que de hecho se publicó póstumamente. Es curioso porque al comparar ambas obras se ven algunos elementos comunes (tanto en temática como en personajes, e incluso en partes del argumento), pero al mismo tiempo se percibe el crecimiento que hay entre una y otra. La Jane Austen que escribe Orgullo y prejuicio en 1797 no es la misma mujer, ni la misma escritora, que firma Persuasión en 1816. La protagonista también es mayor en esta última, más madura, y su conflicto no es el de una jovencita que experimenta las emociones del enamoramiento por primera vez, sino el de una mujer que, después de ocho años, tiene una oportunidad para recuperar al amor de su vida.

Hay quienes critican las historias de amor de Jane Austen por ser demasiado racionales y no lo suficientemente “apasionadas”, en el sentido de que este tipo de relaciones quizá estaban muy bien para el siglo XIX pero que ahora han pasado de moda: hoy lo que se llevan son las pasiones desenfrenadas, las emociones que no se pueden explicar y las fantasías románticas. Hay que desmelenarse más, hombre, que eso es lo moderno, ¿no? Pues no. No estoy de acuerdo. ¿Por qué una persona tiene que apagar su cerebro a la hora de enamorarse? ¿Por qué es menos romántico pensárselo dos veces antes de dejar que otro ser humano tenga acceso a tus sentimientos más íntimos? No me malinterpretéis, por supuesto que las emociones también son importantes y que no se trata de empezar una relación con alguien única y exclusivamente porque “racionalmente” parezca lo más sensato, pero parece que humanamente nos tira más el otro extremo. Habrá quien me diga que “es que es solo ficción, y la ficción no es para ser realista”, pero por mi parte no invertiría tanto tiempo e interés en algo tan aparentemente trivial como leer novelas y comentarlas si no creyera que la ficción es una parte muy importante de lo que creemos, pensamos y somos.

Me he ido por las ramas, pero es que justo me coincidió esta lectura con el furor de San Valentín y claro, semejante contraste en algunos aspectos hace que me apetezca protestar un poco. Empiezo a entender por qué a menudo se describe a Jane Austen como “antirromántica”. Bueno, todo esto venía a cuento para decir que lo que más me gusta de Persuasión es precisamente esa madurez a la hora de enfrentar los sentimientos amorosos y tomar decisiones en cuanto a ellos, y aunque no puedo negar que en el libro echo en falta más interacción entre los dos protagonistas en vez de tanta charla familiar y dilemas económicos, sigue siendo una lectura muy recomendable.

¡Ah!, un último detalle. Hay dos versiones del capítulo inmediatamente anterior al final de la historia, ambos incluidos en mi edición. Personalmente me quedo con la versión que finalmente quedó en el libro (ay, ese momento de la carta…), pero la versión alternativa tiene detalles que también me gustan, algunos incluso más. ¿Con cuál os quedáis vosotros?