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jueves, 28 de mayo de 2015

Reto de Lectura 2015 - Un libro con un título de una sola palabra: Stardust, de Neil Gaiman


Esta no es la portada de la edición que he leído (lo cierto es que he leído un documento en pdf bajado de internet), pero es mi favorita de las que he visto y además viene con recomendación de Stephen King y todo. En italiano, pero bueno.


La verdad es que lo del título de una sola palabra se aplica en este caso porque he leído este libro en inglés, pero de todas formas creo que el título original permaneció también en la versión en español, así que no creo que importe. Hablando de otra cosa, ¿por qué escogí precisamente esta novela para esta categoría? De nuevo la respuesta es que es uno de esos títulos que llevaban mucho tiempo en mi famosa “lista de libros que quiero leer algún día”. Para ser más clara, llevaba en esa lista desde que vi la película hace unos seis años.

Cuando me he puesto a leer Stardust, lo cierto es que no recordaba muchos detalles de la historia más allá de la sinopsis principal: un joven que decide conseguirle a su amada una estrella caída del cielo. Pero sí recordaba que la película me había encantado en su momento, y que me había dado ganas de leer el libro en el que estaba basada. Era una especie de cuento de hadas moderno con un argumento sencillo pero original; muy entretenida, llena de fantasía, aventuras, humor y romance; sin olvidar interpretaciones muy memorables por parte de algunos actores como Robert De Niro o Michelle Pfeiffer. Muy recomendable, si no la habéis visto aún.

Pero no estoy aquí para hablar de la película, sino de la novela de Neil Gaiman que la inspiró: el texto original, la base de todo, la creación donde nacen todas esas aventuras y los personajes que las viven. ¿Y cómo es esa obra?

Está… bien.

Para ser sincera, poco más puedo decir. La historia está bien, los personajes están bien, el universo fantástico creado por el autor está bien, el lenguaje está bien… Todo está desesperadamente “bien”. No está mal. Es satisfactorio, digamos. Pero no voy a mentir, en base a lo que recuerdo de la película me esperaba bastante más.

No entiendo mucho cómo funciona este mundo, y los personajes no me han resultado muy carismáticos ni entrañables, aunque tampoco me han disgustado. Como digo en mi resumen, cumplen y ya está. Es una novela dirigida a un público juvenil y adulto, y por ello sorprende un poco la simpleza de algunas conversaciones y de la resolución final, que, honestamente, es cursi hasta para mí (os recuerdo que está hablando alguien que todavía se sabe de memoria las canciones de La princesa cisne y alguna de Pulgarcita). No me importaría tanto si ese fuera el tono de toda la historia, pero el caso es que también hay algunos fragmentos tan sangrientos y desagradables que te hacen preguntarte si Neil Gaiman intentaba escribir La princesa prometida, Juego de tronos, o un híbrido extraño entre las dos.

En cualquier caso, esa es mi opinión, pero creo que es minoritaria. Neil Gaiman tiene muchísimos fans, y no tenéis por qué hacerme más caso a mí que a ellos: quizás al leerlo descubráis detalles que yo estoy pasando por alto y podáis dar una opinión distinta. Pero por mi parte, esta vez me quedo con la adaptación cinematográfica. Aunque ahora creo que debería revisarla, a ver si es que mi memoria me la está jugando...

martes, 19 de mayo de 2015

Reto de Lectura 2015 - Un libro que te dé miedo: Cujo, de Stephen King

La portada de la edición que he leído, o tu pesadilla de las próximas noches. De nada.


El auténtico miedo era tratar de cerrar la ventanilla de tu hijo mientras un perro rabioso te babea sobre las manos.

Del mismo modo que para buscar un libro divertido sabía que podía recurrir a Oscar Wilde, cuando vi esta categoría supe de inmediato que Stephen King era mi mejor opción. ¿Cómo no iba a serlo? Es Stephen King, señores. ¿Habéis visto alguna vez ese capítulo de Friends en el que Joey mete el libro de El resplandor en la nevera porque “así se siente más seguro”? Bueno, con El resplandor no sé, pero cuando leí Misery, a mí tampoco me habría importado tener algo de espacio en el congelador. Lo que quiero decir es que no por nada se considera a Stephen King uno de los grandes maestros del suspense. No tenía duda de que escogería una de sus obras para esta categoría.

De lo que ya no estaba tan segura era de querer leer esta novela en concreto. Recuerdo haberme quedado un rato parada en la biblioteca, con el libro en la mano, dudando. ¿De verdad quería leer Cujo, la historia de un san bernardo que se vuelve rabioso y empieza a atacar a la gente? Porque los relatos de fantasmas, vampiros y niños con un don de premonición son una cosa, pero no sabía si mi subconsciente estaba preparado para semejante dosis de terror psicológico a partir de una situación realista y perfectamente posible. Al final me decidí a poner a prueba mi sensibilidad lectora, ya que no lo hago tan a menudo. Todo el mundo tiene que subirse a una montaña rusa alguna vez en su vida, ¿no? Aunque sea una montaña rusa peluda, de cien kilos, con dientes afilados y ojos inyectados en sangre.

Debo admitir que al principio temía que esta fuera la novela que me hiciese odiar a Stephen King, pero no ha sido el caso. Es un libro fascinante, aunque mis temores de que fuese “no apto para hipersensibles” también se vieron confirmados: se trata de trescientas páginas de tensión y angustia ininterrumpidas, y digo ininterrumpidas de forma bastante literal: el libro consta de un único capítulo, cosa que hace muy difícil decidir dónde poner el señalador, y más teniendo en cuenta que ya de por sí cuesta separar los ojos de las páginas.

Hay gente a la que le parece demasiado densa la forma de escribir de Stephen King… y en parte estoy de acuerdo, pero también pienso que todas esas parrafadas que al principio parecen puro relleno en realidad contribuyen a crear la atmósfera de suspense en la historia. No solo eso, sino que también sirven para ponerle los nervios de punta al lector: que te cuenten los problemas cotidianos y familiares de los personajes cuando sabes que dos páginas después te vas a encontrar con una bestia enloquecida intentando matarles es algo que mantiene tu corazón en un puño. Stephen King sabe que el miedo y la inquietud están precisamente en la normalidad: en la sugerencia de que, por muy corriente que sea tu día a día, siempre puede ocurrirte algo horrible para lo que no estás preparado. Y puede que no sea culpa de nadie. Simplemente te ha tocado y ya está.

La reacción más humana ante un mensaje así probablemente sea volverse paranoico, hacerse una armadura con los trastos que uno tiene por casa y decir: “no salgo por si me atropella un coche” (o, en este caso, por si me cruzo con un perro rabioso en un lugar apartado y ese es justo el momento que el motor de mi coche elige para morir). Yo he tenido esa sensación tras leer Cujo, lo admito, pero luego he pensado que una mejor reacción es verlo como una parte de la vida que hay que aceptar. El miedo está bien para la ficción, produce adrenalina y te reta a enfrentar situaciones que jamás querrías vivir en la realidad, pero no es bueno trasladarlo a nuestra vida cotidiana. Cuando el miedo dirige nuestras pequeñas decisiones de cada día, no vivimos: solo sobrevivimos. Y eso no vale la pena.

Siempre que no se pierda esto de vista, sí que recomiendo leer Cujo; como ya dije, es una novela muy buena, llena de intriga y atrapante a más no poder. En mi opinión se pasa un poco de cruel a veces (lo del final ya es mala leche, Stephen, no me digas), pero consigue que sigas leyendo igualmente. Digamos que, al menos para mí, es uno de esos libros que probablemente no volveré a leer pero que me alegro de haber leído una vez, al menos.
Claro, esto ya depende de los gustos y sensibilidad de cada uno. Pero si veis que os asusta demasiado, recordad que siempre podéis hacerle un sitio en la nevera.

jueves, 7 de mayo de 2015

Reto de Lectura 2015 - Un libro basado en una historia verídica: Un burka por amor, de Reyes Monforte



Antes de empezar esta reseña necesito aclarar una cosa respecto a mi forma de leer novelas. Como comentaba el otro día con mis amigos, yo antes era de las que, una vez empezado un libro, se sienten en la obligación de acabarlo. Ahora no pienso así. Me estoy empezando a dar cuenta de que la vida es demasiado corta para leer libros que no despiertan mi interés, cuando hay tantas maravillas literarias en las que podría invertir mejor mi tiempo. Aun así, he decidido saltarme esta filosofía a la hora de enfocar este reto de lectura: primero, porque en un año no hay tanto tiempo como para empezar varios libros en cada categoría hasta dar con el que te convence; y segundo, porque la gracia de este reto es en gran parte arriesgarse y leer cosas que uno no leería normalmente.

Digo todo esto como introducción porque tengo que admitir que, si no estuviera intentando cumplir con este reto, me temo que Un burka por amor habría sido uno de esos libros que habría dejado de leer antes de llegar a las cien páginas. Es más, si me apuras, creo que lo habría dejado después del primer capítulo.

Lo cual es una pena, porque esta debería ser una historia de las que conquistan al lector. El caso real que narra este libro, sobre una española que viaja a Afganistán por amor a su marido y queda atrapada allí durante años, no es algo que se escuche todos los días. Se trata de un testimonio impactante que podría, no solo conmover y emocionar al lector, sino también ayudarle a ver otra realidad, concienciarle y despertar su interés por lo que ocurre en diferentes culturas, y lo que pasa cuando chocan dos mundos tan diferentes.

El problema es que una historia verídica, y sobre todo una tan asombrosa como esta, no es algo que cualquiera pueda escribir. En este caso se trata de la primera novela de la autora, y eso es algo que se nota muchísimo. Es una narración fría, repetitiva, que insiste mucho en lo obvio y habla por encima de lo realmente importante, con un uso del lenguaje que no está a la altura de algo que se va a publicar. Algunos ejemplos de esta escritura chirriante:

Sus padres, sus hermanos, hermanas y demás familia sabían que María procedía de España, pero nunca imaginaron que una mujer española lucía de aquella manera, sencillamente se la imaginaban más similar a ellas y su hijo no les había explicado que se había casado con una mujer de origen español.

(Que alguien me analice este párrafo, por favor. ¿En qué quedamos? ¿Sabían que era española o no lo sabían?).

Por eso decidió dejar su empleo y aceptar otro que le permitiera moverse con más facilidad. Y lo encontró al lado de casa. En el bar “M y M”, una cafetería humilde, con menú diario de ocho euros, sin grandes pretensiones pero con clientela fija y fiel, de las que hablan y escuchan cuando tocaba hacerlo.

(No sé qué se supone que debe hacer el lector con esta información, salvo asumir que la autora cobra comisión de la cafetería M y M por hacerles publicidad en su libro).

También adivinó las direcciones de algunos organismos nacionales.

(… ¿cómo “adivinas” la dirección de un sitio?).

“-¿Sabes qué, Nasrad? No sé nada de tu país. No sé en qué parte del mundo está, ni de qué vive, ni qué coméis, cantáis o bailáis en vuestras fiestas. Pero no me importa. No me importa nada. De hecho, me gusta. Porque tú me gustas mucho. Y no necesito saber más”.

(Este pequeño párrafo aparece en la primera página. Es lo primero que le dice la protagonista al que se convertirá en su marido, y espero que os haya parecido profundo y conmovedor, porque ese es todo el desarrollo que va a tener esta relación alrededor de la cual gira toda la historia).

Y esto último que he señalado es realmente el mayor problema del libro. Es imposible empatizar con la protagonista, porque lo que se supone que es el centro de sus sentimientos y decisiones, que es la relación con su marido, se cuenta de una forma totalmente superficial. Nos dicen que su amor es algo de otro mundo, que son los nuevos Romeo y Julieta (esta comparación es del libro, no mía), que nadie ha visto nada igual, que se aman, se aman, se aman… nos lo dicen una y otra vez, pero no nos lo muestran. Entiendo que estoy hablando de personas reales y no de personajes ficticios, que a lo mejor ahondar en ese tema era irse a un terreno demasiado personal. Pero si me vas a contar la historia de una mujer que está dispuesta a convertirse al islam, a vivir en Afganistán durante tanto tiempo en medio de una guerra, a criar a sus hijos en ese país, a enfrentar el rechazo de una parte de su familia política, y a llevar un burka, todo por amor a un hombre… entonces esa relación tiene que ser el corazón del relato, no la excusa para hablar de un tema de actualidad. El resultado, tal como yo lo veo, es que el libro no les hace ningún favor a las personas que vivieron esta experiencia. Aunque con buena intención, supongo, la autora deja a la protagonista como una mujer caprichosa, egoísta e ignorante a la que el lector, en definitiva, no entiende. Y eso es algo que un buen biógrafo debería evitar a toda costa.

Conclusión: ¿lo recomiendo? Pues… Si eres como yo, con leer la primera página ya sabrás a lo que te enfrentas y podrás decidir por ti mismo. Desde luego, si lo que buscas es una historia verídica impactante y contada de forma más humana y emotiva, te recomiendo muchísimo antes otras opciones como Maus, de Art Spiegelman, o La niña de la jungla, de Sabine Kuegler. Si lo que quieres es un libro que abra tus ojos a la realidad de la cultura afgana, léete antes cualquiera de las tres maravillosas novelas de Khaled Hosseini. Y si lo que quieres es informarte sobre esta historia en concreto… bueno, en ese caso puedes darle una oportunidad al libro de Reyes Monforte, pero no esperes mucho más que eso: información. Por mi parte creo que esta historia se merecía algo mucho mejor, la verdad.

lunes, 4 de mayo de 2015

Reto de Lectura 2015 - Un libro ambientado en otro país: Memorias de una geisha, de Arthur Golden

Hablando de la portada: la película no la he visto, pero lo estoy deseando.


Por alguna razón, últimamente estoy un poco obsesionada con la cultura japonesa. No quiero decir con esto que me haya vuelto una entendida, de hecho soy igual de ignorante al respecto, pero sí que el tema me despierta más curiosidad. Así que al ver esta categoría lo consideré una oportunidad de oro para empaparme un poco más de esa cultura a través de un libro que, además, siempre había oído que era muy recomendable. Y la verdad es que no me ha decepcionado en absoluto. Es más, me ha encantado.

Creo que tengo cierta debilidad por las historias de aprendizaje, es decir, aquellas en las que el protagonista tiene que aprender a dominar algún arte, habilidad o conocimiento y se cuentan los pasos que va dando, los retos que enfrenta, los maestros que le ayudan en el proceso, etc. Algunos ejemplos serían Harry Potter, El nombre del viento, El médico, o incluso Los tres mosqueteros. Y esta novela no ha sido la excepción, aunque en este caso se trate de un aprendizaje tan culturalmente chocante como el de una niña que crece para convertirse en geisha. Creo que es una historia muy difícil de contar para cualquiera, pero especialmente para un autor occidental, por lo que la tarea de Arthur Golden como investigador, narrador y novelista me ha parecido asombrosa. Sobre todo porque, si no hubiera leído la página de agradecimientos al final, aún creería que se trata de la autobiografía real de una geisha llamada Sayuri. Es un poco como lo que me pasó leyendo La princesa prometida: la ilusión que crea el autor de no ser él quien habla es tan excelente que caí en ella por completo.

Puede que sea una historia ficticia, pero eso no significa que no sea representativa: probablemente la realidad de la vida de una geisha en el Japón de esa época se asemejaba mucho a esto. Por eso es una labor muy complicada, y por eso pienso que el enfoque que adopta el autor aquí es muy adecuado. Tratándose de una historia tan dura como esta, lo humanamente natural sería contarla con dedo acusador, señalando culpables y convirtiéndolos en “los malos”. Sobre todo, desde nuestra mirada occidental, sería peligrosamente fácil retratar a Sayuri simplemente como la víctima de una cultura que no entendemos y que, por lo tanto, debe ser cruel y bárbara para permitir algo así. Pero la realidad es mucho más compleja, y también lo son los personajes de este libro. Aquí no hay héroes ni villanos de cartón: hay seres humanos que toman una serie de decisiones en base a sus propios valores y percepción de la vida. No es la tarea del autor emitir juicios o analizar el comportamiento de los personajes, sino esforzarse al máximo por conceder al lector la libertad de hacerlo por sí mismo. Creo que no es un reto fácil, y que cuando sale bien hay que reconocer ese mérito. Y ese es el caso con Memorias de una geisha.

Por si después de mi rollo no ha quedado claro, recomiendo muchísimo esta lectura. Creo que lo dije hace poco, pero la literatura es algo así como nuestra peculiar forma de metamorfosis: nos permite ponernos en la piel de otro y experimentar vivencias y sentimientos que de otro modo jamás conoceríamos. La vida y crecimiento de una geisha, por ejemplo. Y si queremos intentar comprender y amar este mundo a pesar de sus muchas debilidades, aprender a ponerse en la piel de otro es algo esencial.