Buscar este blog

domingo, 11 de octubre de 2009

Pincelada de páginas - Cuando le dio por detenerse...

La atmósfera sólo la forman unos pocos elementos, esas pequeñas piezas que componen la mayoría de mis dilemas mentales: una hoja de papel, mi bolígrafo, yo sentada delante… y el tic-tac del reloj.

Ése gesto malhumorado que se aprecia en mi cara también suele ser clave en esta típica escena. Es una expresión que refleja claramente lo aburrida que estoy de ver cómo el boli se mantiene de pie sobre el folio, totalmente quieto. No se cae. No se mueve por su cuenta, pero tampoco gracias a mí: llevo un buen rato dejándome los dedos en el intento de tirar de él, inclinarlo, levantarlo… ¡imposible! ¡Ni la Excálibur ésa era tan estática, seguro!

Puedo aguantar que mi bolígrafo me tome el pelo descaradamente y que me suelte sermones sobre lo que tengo que hacer, pero esto de que se atasque no se lo perdono. ¡En cuanto consiga separarlo del papel, se la va a cargar, el muy cretino!

Suspiro resignada y me recuesto sobre el respaldo de la silla con los brazos cruzados. Observo con el ceño fruncido la absurda imagen: parece un espantapájaros, ahí petrificado de forma perpendicular al papel. Y mientras, el pesado del reloj sigue dejando caer segundos a cuentagotas, como si me estuviera lanzando una especia de mensaje que no tengo ganas de interpretar. Cruzo también las piernas y sigo sin apartar la vista del bolígrafo.

-Bueno, alma del cántaro, tú a tu ritmo… tan movedizo para unas cosas y tan plomo para otras –murmuro con cierto sarcasmo.

Por supuesto, no recibo respuesta alguna, y a los pocos segundos me muerdo el labio con cierto sentimiento de culpabilidad.

Sí, vale, él no puede moverse, pero lo conozco demasiado bien como para no darme cuenta de lo que está rondando por su cartucho de tinta en estos momentos. Casi puedo verlo. Se está mordiendo el plástico interior de la rabia que le da no poder deslizarse a lo bestia por el papel para escribir: “¡Esto es culpa tuya!”.

Me quedo pensativa.

Bueno, el pobre tiene razón, no es culpa suya quedarse estancado… es mía. Hay una especie de cable invisible que sale de mis neuronas, atraviesa mi sistema nervioso recorriéndome todo el brazo y, una vez en la muñeca, se conecta directamente con mi bolígrafo. Y si mi cerebro falla, falla todo el sistema, y al boli se le acaba esa batería. Pues bien, eso es lo que está pasando ahora. La fuente de energía está pitando de lo seca que está.

Tic-tac, tic-tac, tic-tac…

¡Desde luego, vaya fastidio!

Ya sé lo que tengo que pedir este año por Navidad. “Querido Papá Noel, no te lo tomes a la tremenda, pero necesito que inventes los bolígrafos inalámbricos”.

S.O.S., Musas de mi alma, S.O.S…


Hale, venga, todos lo estáis pensando. "¿Es coincidencia que cada vez que esta mujer escribe sobre la novela es para decir que está estancada?" Tenéis razón. Viva la imaginación y la originalidad... =S

No hay comentarios:

Publicar un comentario