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viernes, 13 de febrero de 2015

Reto de Lectura 2015 - Una trilogía (Parte I): Los juegos del hambre, de Suzanne Collins


Primero, señalemos el primer detalle a tener en cuenta: esta casilla de la lista es trampa, claramente, porque en una categoría te cuelan tres libros por uno y eso hace que este reto incluya cincuenta y dos libros, no cincuenta como creíamos. Pero no pasa nada. Lo bueno, y eso es lo que pensé cuando vi esta categoría, es que por fin tenía una excusa para leerme de una vez Los juegos del hambre, que ya era hora. Aclaro también que he preferido separar las tres partes en tres reseñas distintas porque antes de llegar al segundo tomo voy a leer otros libros, pero ojito, que nadie se haga el gracioso poniendo spoilers en los comentarios, ¿eh? Que nos conocemos.

En los otros títulos lo primero que he ido comentando es la razón por la cual escogí ese libro. Pero tratándose de Los juegos del hambre, vamos a ser honestos y comenzar con la pregunta que sé que realmente os interesa: si estoy leyendo la trilogía antes o después de ver las películas. La verdad es que hace varios meses vi la primera parte y la segunda, así que supongo que tanto este primer libro como En llamas tendrán cierta desventaja al leerlos. Pero también hay que tener en cuenta una cosa: si una novela depende exclusivamente de la intriga y el suspense para mantener tu atención, eso significa que se trata de un libro para leer una sola vez.

Ese no es el caso con Los juegos del hambre. La historia es interesante por sí misma y por los temas que trata, no solo porque la acción enganche. Hoy en día con los best-sellers siempre hay mucho prejuicio (a veces con razón), sobre todo cuando tienen adolescentes por protagonistas, pero en el caso de esta obra no creo que se puedan lanzar tan a la ligera las acusaciones de” superficial”, “comercial” o “frívolo” que a menudo reciben este tipo de sagas juveniles. No creo que esto sea literatura solo para distraerse: el mundo que retrata es demasiado parecido al nuestro en algunas cosas como para que la lectura sea escapista.

Eso sí: si hablamos de género, yo situaría esto más en la fantasía que en la ciencia-ficción, en el sentido de que no consigo ver esto ocurriendo así en nuestro mismo universo. Más que una advertencia realista sobre el futuro, creo que lo que realmente presenta Los juegos del hambre es una caricatura exagerada de nuestro presente. Pero eso no lo hace menos preocupante: todo lo contrario. Significa que, aunque quizá nunca lleguemos al punto de crear un reality-show en el que un grupo de niños se asesinan entre ellos, esto ya está pasando en cierto modo. Leyéndolo no podía dejar de pensar que de alguna manera, como sociedad, continuamente sacrificamos personas (muy a menudo jóvenes y niños) a un mundo de la fama y el espectáculo que sabemos que no les hará ningún bien y probablemente les lleve a la depresión, a adicciones, o a cualquier acto desesperado. Pero aun así lo permitimos. ¿Por qué? Porque necesitamos, consumimos, exigimos ese entretenimiento. Necesitamos que haya gente que se mueva dentro de la caja tonta para nuestro disfrute. Queremos “entretenernos a muerte”, si me lo permitís (madre mía, leer esto justo después del libro que comenté hace unos días ha sido como prender una mecha).

El caso es que no solo se trata de una buena aventura con buenos personajes, sino también de una lectura que invita a la reflexión, y encontrar eso en literatura juvenil ya es un elemento que le da muchos puntos a Suzanne Collins. Ya tengo ganas de leer la segunda parte, no lo puedo negar. Pero paciencia: tampoco quiero que se me acabe enseguida.

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