Buscar este blog

lunes, 15 de julio de 2013

Pincelada de tinta - Historia del Pensamiento y la Palabra

Baúl de los recuerdos al rescate. Este relato tan breve estoy casi segura de haberlo escrito un lunes en la facultad, pero no me hagáis mucho caso porque mi memoria no tiene fama de fiable. No es nada especial, pero fue entretenido de escribir a pesar de ser tan corto y me daba pena dejarlo en la carpeta de escritos olvidados, así que lo pongo por aquí, que seguramente será más feliz. ¡Saludos!

Érase una vez una Palabra que vivía en el margen de una página de un libro. Era una palabra preciosa, sin faltas de ortografía ni de estilo, que vestía una elegante caligrafía; una de esas palabras tímidas que no se asoman con frecuencia pero que son demasiado curiosas y simpáticas como para encerrarse de forma permanente en un diccionario. Había vivido desde que tenía uso de razón en aquel margen, donde los ojos de miles de lectores la pasaban por alto y las palabras que vivían en los renglones la rechazaban por no estar impresa como ellas, y por eso aquella Palabra se sentaba allí triste cada día, deseando hallar la forma de marcharse. Nunca encontraba la ocasión para hacerlo, porque todas las miradas pasaban junto a ella con demasiada rapidez como para que pudiese aferrarse a una de ellas, y siempre acababa suspirando melancólica cuando el libro se cerraba.

Pero un día, una de aquellas miradas pasó a su lado y, para su sorpresa, se detuvo. Como si fuera un sueño, la Palabra vio descender a un Pensamiento que se había fijado en ella y había quedado deslumbrado. La tomó de la última letra en un gesto que terminó de cautivarla a ella también, y ambos comprendieron que la espera y la búsqueda habían llegado a su fin. La Palabra y el Pensamiento se abrazaron y juntos subieron primero a un subrayador y luego a un bolígrafo, dejando atrás el margen, la página, el libro y los estupefactos renglones. En aquel bolígrafo permanecieron unos días, o quizá unos años, navegando por ríos de tinta y escuchando el sonido de los miles de historias fragmentadas, versos y declaraciones que poblaban aquel lugar de ensueño. No sabían muy bien si aquello que les unía era el amor, el lenguaje o el silencio, pero fuese lo que fuese les había hecho olvidar los interminables vacíos de su existencia anterior. El margen de la página pronto apareció como una sombra borrosa en los recuerdos de la Palabra; el Pensamiento, que había pasado tantos años viajando en aquella mirada perdida y desorientada, también había decidido colocar ese pasado tras el velo del olvido. Aquellos como él no están destinados a viajar solos por el mundo.

Estaban juntos, y eso era lo importante. Quizás por ello tan poco se ha contado acerca del final de esta historia: nadie sabe dónde acabaron la Palabra y el Pensamiento tras abandonar los arroyos de tinta, porque lo que para nosotros podría ser el inicio para ellos fue lo mismo que un desenlace, y no hizo falta relatar más. Pero a mí me gusta pensar que ahora viven grabados en la luna (junto a todos los cuentos y poemas que a lo largo de los siglos se le han dedicado a ésta), o en la sonrisa de una persona emocionada al recibir una tarjeta de cumpleaños, o en un deseo de felicidad y esperanza para un amigo, o ¿quién sabe?, tal vez viajen a través de un cuento.


Madrid, a 10 de diciembre de 2012

1 comentario: