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lunes, 17 de junio de 2013

Pincelada de arte - La zona muerta, de Stephen King

He estado pensando que, para variar, estaría bien emplear esta sección para hablar de libros que haya leído recientemente, porque a veces la primera reacción dice más que la crítica más lejana del recuerdo. He estado dudando entre los dos últimos libros que han pasado por mis manos y al final he optado por éste… así que, insértese redoble de tambores invisibles, hoy por fin toca hablar de Stephen King.

Antes que nada debería aclarar que para tratarse de un autor tan productivo como Stephen King, que hasta la fecha ha publicado más de cincuenta obras, la verdad es que no he leído muchos libros suyos. Para ser sincera, sólo cuatro (cinco si contamos Mientras escribo, pero éste no deja de ser un ensayo). Pero puedo decir que, de las novelas escritas por él que he leído hasta ahora, La zona muerta se ha convertido en mi favorita.

No la definiría como una historia de terror, o al menos no en el sentido más tradicional de los primeros libros de Stephen King; recordemos que éste es el escritor que se hizo famoso gracias a la historia de una adolescente con poderes telequinéticos que transforma su baile de fin de curso en una pesadilla porque sus compañeros tienen la agradable idea de tirarle sangre de cerdo sobre la cabeza. La zona muerta sigue una fórmula muy diferente, si bien el lenguaje y estilo del autor siguen siendo inconfundibles. También se mantiene aquí el tema de las capacidades parapsicológicas.

Debo decir que en realidad esta reseña me resulta muy difícil porque para explicar bien todas las virtudes de esta novela tendría que destripar detalles del argumento, y lo cierto es que ni siquiera me atrevería a hacer un resumen. Aunque sólo comentara la sinopsis principal, sentiría estar revelando de más: es un relato que te sorprende desde los primeros capítulos, y lo mejor es aproximarse a él sabiendo lo menos posible.

Sí que comentaré, procurando omitir detalles, que en las novelas de Stephen King que he leído probablemente lo que más me asombra es su capacidad para contar con realismo y verosimilitud unas historias tan llenas de elementos sobrenaturales o extraordinarios. La zona muerta no es una excepción en este sentido: el lenguaje es prácticamente periodístico en algunos momentos, muy detallado y basado en percepciones reales al menos en la base de las descripciones… y el resultado es que, a la hora de entrar en el terreno de lo imposible y lo paranormal, el autor ya te ha convencido: ha conseguido que des crédito al protagonista y que lo que le sucede tenga sentido. Llega un momento en la lectura en el que descubres, perplejo, que le estás dando la razón a un individuo al que normalmente verías en las noticias y te haría menear la cabeza murmurando: “este tío está pirado”.

La novela también es interesante en sus comentarios culturales y políticos, aunque éstos no sean el centro de la narración. O quizá precisamente por eso: a veces una sencilla observación en una frase invita a la reflexión más que diez páginas de análisis. Hay una crítica abierta al periodismo sensacionalista, se señala el detalle de que a menudo en el mundo de la política se consigue hacer cosas en lo oculto porque los que podrían denunciarlo esperan a que mejor lo haga “otro que no tenga tanto que perder”, se muestran actitudes humanas tanto en el extremo del materialismo como en el de la superstición… No es que sean reflexiones que cambian el mundo, pero sí reflejan inquietudes universales que la mayoría de la gente ha tenido, tiene o tendrá algún día.

Y hablando de eso, La zona muerta también refleja muchas inquietudes espirituales y morales. De hecho, la base de la historia al final consiste en tomar un acto criminal y preguntar si detrás de ello puede haber motivaciones que lo justifiquen: una inversión de perspectivas que hace que sea difícil no pararse un momento a pensar. Supongo que debe haber muchas otras historias con la misma premisa; una reseña que leí de este libro indicaba que en el momento de su publicación fue algo original pero que en los últimos años el tema se ha sobreexplotado tanto que ahora da pereza leerlo. Aquí se podrían debatir muchas cosas, eso está claro, pero yo indicaría que es difícil decir que los temas de este libro están sobreexplotados cuando tanta gente aún se los plantea de un modo u otro. Por supuesto La zona muerta no ha sido la primera obra en señalarlos, pero eso no le quita valor: sería como decir que ya no vale la pena escribir novelas de amor porque el tema está gastado. Como comentaba antes, hay cosas que son universales y lo seguirán siendo. Y muchas de las preguntas a las que se enfrenta el protagonista de la novela (cómo saber qué es lo correcto, el porqué del sufrimiento, para qué estamos aquí… entre otros) entran en ese abanico de cuestiones a las que solemos volver una y otra vez.

Y aunque esta pequeña reflexión sobre el trasfondo no convenza a nadie, La zona muerta sigue siendo una muy buena novela desde el punto de vista literario. El lenguaje está bien expresado, la estructura es creativa, los personajes son muy humanos, y la historia avanza a un ritmo perfecto que atrapa al lector de principio a fin. Y esa virtud del entretenimiento, que por lo general es tan poco reconocida, no es precisamente de las menos importantes.

2 comentarios:

  1. me has convencido, tendré que leerlo ¿está en la biblio? :)

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    1. No estoy segura, la verdad... Pero cuando quieras leerlo dímelo y yo te lo dejo :)

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