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viernes, 4 de noviembre de 2011

Pincelada de ideas - Si pudiera

Ayer, en una clase de teatro renacentista inglés en la universidad, estuvimos hablando de una obra de Christopher Marlowe llamada Dr.Faustus, o Fausto como se conoce en español (sí, porque por alguna razón aquí decidimos quitarle el doctorado al pobre). Y comentando los temas que trata, la profesora llegó a plantearnos la siguiente pregunta: ¿Qué haríais si tuvieseis poder absoluto?


El hecho de que llegáramos hasta esta cuestión no se comprende si no sabes que en dicha historia Fausto es un sabio que vende su alma al diablo por conocimiento y se corrompe por el poder que esto le proporciona, pero bueno, no quería enrollarme analizando la obra en sí. Lo que sí es cierto es que esta pregunta me hizo pensar. ¿No es ése un juego que se nos da genial a los seres humanos? Si sólo pudiera hacer esto… si sólo pudiera hacer lo otro… Ahora imaginemos que tuviésemos la capacidad de hacerlo todo.

Sí, lo sé. Hasta eso es ambicioso. Pocos pueden decir que tienen tanta imaginación. Pero no pasa nada por intentarlo.

Sin duda hay algo muy tentador en esta idea. Como a cualquiera que se llame a sí mismo ser humano, a mí muchas veces me gustaría tener poder sobre aquellas cosas que es
capan a mi control. El paso del tiempo, el clima, el comportamiento de otros, cambiar el pasado… Muchas veces estos pensamientos suelen ir seguidos de un: aunque fuera por un día, una hora, un minuto. Creemos que nos sentiríamos satisfechos con acariciar el poder absoluto al menos una vez.

Pero la verdad, lo dudo mucho, y pienso que todo el mundo cree que es incorruptible hasta que se corrompe. No digo que no haya unas personas mejores que otras para asimilar cargos de responsabilidad, pero… ¿poder absoluto? ¿La capacidad de hacer cualquier cosa, sin obstáculo alguno? Es imposible pensar con detenimiento en esta idea y no darse cuenta de que tarde o temprano sería inevitable llegar al puerto de la desesperación. Nos parece que cuando hubiéramos satisfecho todos nuestros deseos podríamos parar y ser felices, pero la realidad es que, aun cuando has hecho todo lo imaginable, aspiras a más. Acabaríamos empujando un muro indestructible y dándonos golpes contra la realidad de que el poder, incluso cuando es infinito, nunca resulta suficiente.

Probablemente mucho antes de llegar a este punto ya habríamos comprendido que nadie es capaz de sobrevivir a semejante responsabilidad. Bueno, sobreviviríamos porque somos omnipotentes, pero ¿a qué precio? La consecuencia indirecta de ello sería que todo lo malo que ocurriese, cualquier desgracia por pequeña que sea, sería culpa nuestra por no haberlo evitado. Al fin y al cabo, podíamos hacerlo. Pero, ¿seguro que lo haríamos? Todo el mundo piensa que si tuviera poder absoluto solucionaría los problemas de la humanidad. Seguramente los que ahora tienen el poder para hacerlo también lo pensaron alguna vez.

Y es que, como he comentado antes, eso de imaginar se nos da muy bien. Creemos estar seguros de lo que haríamos si pudiésemos hacer algo. ¿No se nos ha pasado nunca por la cabeza? Soñamos con todo aquello que haríamos si pudiéramos volver atrás, si pudiéramos volar, si pudiéramos tele transportarnos y, ¿por qué no?, si pudiéramos hacerlo todo. Y aseguramos que, si tuviésemos esa oportunidad en mano, no la dejaríamos escapar. Pero si eso es cierto, ¿por qué ni siquiera hacemos todo lo que sí podemos hacer? Quiero decir… yo no puedo volar, pero puedo correr, y no por ello lo hago siempre que tengo ocasión. No puedo controlar el tiempo, pero sí aprovecharlo, y sin embargo lo pierdo continuamente. Y sólo son un par de ejemplos. En realidad, ¿cuántas oportunidades dejamos pasar por minuto? Imaginemos cuántas serían si nuestras posibilidades no tuvieran fin.

Por otro lado, habría que considerar en qué lugar nos dejaría esa condición respecto al resto del mundo. Si sólo yo tuviese poder absoluto, tarde o temprano esto me alejaría de los demás. Los seres humanos tenemos capacidades distintas para que nos necesitemos los unos a los otros, y el excluirme de esa realidad me situaría en un lugar demasiado alto como para que otros pudieran llegar hasta mí… o yo a ellos. Alguien que tuviese poder absoluto se quedaría solo.

¿Sería mejor, entonces, si todos tuviésemos esa omnipotencia? Creo que ni siquiera hace falta detenerse mucho en esta idea para darnos cuenta de lo que supondría. Imaginémoslo: los ya siete mil millones de habitantes del planeta con poder absoluto. Pero claro, ¿sobre qué? La imagen no sólo resulta absurda, sino que provoca escalofríos. Decir caos total sería quedarse corto.

Y tarde o temprano, al hacer estas consideraciones, uno llega a la conclusión de que al final poder hacerlo todo es no poder hacer nada. No solo el poder absoluto sería una fuerza destructiva (y autodestructiva también), sino que el concepto en sí provoca sensación de aburrimiento. Por ejemplo, pensemos en los personajes ficticios: ¿por qué, por muchos poderes o habilidades especiales que tengan, siempre hay algo que no pueden hacer? Porque sino no podríamos identificarnos con ellos y, por tanto, la idea no nos interesa. Es decir, no sólo no funcionaría en la vida real, sino que ni siquiera es algo que nos atraiga en la ficción. No es de extrañar que una historia como la de Fausto sea precisamente una tragedia.

A pesar de todo esto, la atracción que despierta el poder absoluto es tan milenaria como actual, y muy pocos (o ninguno) nos libramos de suspirar por la idea al menos una vez. Como siempre, nuestros deseos son tan irracionales como inevitables. Pero la verdad es que si supiéramos lo que es bueno para nosotros nos alegraríamos de tener esas debilidades de las que a menudo nos lamentamos, porque esto nos proporcionaría algo más difícil de conseguir que el poder: contentamiento.


Mi gracia te es suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

2ª de Corintios 12:9

4 comentarios:

  1. Abi lo que has escrito es muy inspirador para mí y déjame decirte que hoy Dios te ha utilizado para hablar a mi vida! Ese versículo siempre me anima!
    un abrazo enorme de una ctc agradecida!

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  2. Muy bueno (para variar) enhorabuena!es verdad que suspirando por lo que no podemos hacer se nos escapa lo que sí podemos.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Me has convencido, Abi. Voy a renunciar YA MISMO a mi poder absoluto... :)
    Perdona, es otro de mis chistes malos, de esos que te gustan tanto.
    Lo que puedo decir, ya en serio, es que leer un escrito como el tuyo, es una demostración de la Gracia de Dios obrando en tu vida y en tu mente. Como padre, si hubiera tenido poder absoluto, una cosa que probablemente habría hecho, habría sifo estorbar la obra de Dios en tu vida, que es mucho más perfecta y completa!! Te quiero mucho.

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