Buscar este blog

jueves, 23 de diciembre de 2010

Pincelada de arte - Análisis de los personajes caricaturescos a través de las obras literarias de Washington Irving y Charles Dickens



¡Feliz 23 de diciembre a todos! =D Bueno, esta pincelada de arte va a diferir un poco de lo que suelo comentar aquí. Hace poco tuve que preparar un examen eligiendo un tema que relacionara dos libros, uno de literatura inglesa y otro de la americana. Al final, después de mucho rayarme la cabeza pensando una idea xD, decidí escribir sobre el tema de los personajes caricaturescos en “La leyenda de Sleepy Hollow” (Washington Irving) y “Oliver Twist” (Charles Dickens). Y más o menos me gusta cómo me ha quedado el rollo ensayístico, así que quería publicarlo en el blog =P
Aviso, eso sí, que en este texto doy algunos detalles de las historias antes mencionadas, así que si no los habéis leído y tenéis ganas de hacerlo sin spoilers, mejor no lo leáis.
¡Un abrazo a todos y que comáis mucho pastel de higos!

P.D. Algunas frases que he citado seguramente no sean literales de la versión en español, porque tuve que escribir esto primero en inglés y luego no me quedó otra que traducirlo por mi cuenta, espero que me lo perdonéis ;)


Uno de los aspectos más interesantes de la literatura es, sin duda alguna, su capacidad de transportarnos a diferentes épocas y lugares. La Historia nos da una visión teórica y objetiva de los eventos del pasado, pero la literatura es el instrumento que realmente nos da una visión práctica de esa realidad: el retrato de cómo la sociedad y el individuo reaccionan ante esos acontecimientos.


Sin embargo, muy a menudo las obras literarias son también un lugar donde encontrar personajes tan extravagantes que difícilmente podrían encontrarse en el mundo que nos rodea. Y al mismo tiempo, son éstos en los que encontramos los elementos más críticos de la sociedad,


Es lógico pensar que este tipo de retratos no son accidentales. Los personajes nunca salen de la nada: siempre, aun tras la caricatura más absurda (o incluso más en estos casos), hay una realidad que inspira al autor. Pero en cualquier caso, la literatura nos ha dado muchos personajes que permanecen en nuestra memoria por sus rasgos inverosímiles o tremendamente exagerados, su inusual comportamiento, su lenguaje característico o su personalidad completamente atípica. Son, después de todo, personajes fantásticos (a veces en todos los sentidos de la palabra “fantástico”). Aparentemente son seres que no existen en la vida real y, sin embargo, podemos verlos en cualquier parte.


Una caricatura es un retrato que distorsiona exageradamente los rasgos característicos de alguien. En literatura, a veces se describe a estos personajes de una forma muy detallada, mencionando cada pequeño detalle que representa algún aspecto de su particularidad. El autor americano Washington Irving nos da un buen ejemplo de esto. Sus obras La leyenda de Sleepy Hollow y Rip Van Winkle son historias breves en las cuales la descripción del protagonista ocupa la mayor parte de la narración. Primero se nos informa del aspecto del personaje, de su estilo de vida, su forma de pensar, etc., y entonces se mete en problemas con algún ser fantástico y la historia se acaba. Como lectores, quizá nos preguntemos: ¿es realmente tan importante dar tal cantidad de información sobre un protagonista que parece estar demasiado desarrollado para una historia tan simple?


Sí, sí que lo es. En algunos casos, cuanto leemos un cuento, lo importante no es lo que sucede a lo largo de la historia, sino a quién le afectan esos hechos. Por ejemplo, en las historias de Washington Irving previamente mencionadas, los acontecimientos (que el protagonista sea embrujado por gnomos mágicos o perseguido por un jinete sin cabeza) no producirían el mismo efecto si estuvieran protagonizados por individuos típicos, tal vez porque los individuos típicos en la literatura tienden a pensar más de lo que actúan.


Estos personajes bizarros son representados de una forma que los hace diferentes y, de algún modo, inolvidables. Es el caso del protagonista de La leyenda de Sleepy Hollow, cuyo nombre es, como no podía ser de otro modo, Ichabod Crane. Esto es algo que los autores siempre parecen tener en cuenta cuando crean estas caricaturas. No puedes describir un personaje que se parece a un espantapájaros y llamarlo José o algo parecido, a menos que lo hagas a propósito. El nombre del personaje no se elige por casualidad: ayuda al lector a entender mejor su carácter. Ichabod, el profesor de la escuela de Sleepy Hollow, es descrito como un hombre alto, pero excesivamente lacio, de hombros estrechos, largos brazos y piernas, manos que pendían a una milla de sus mangas… El lector puede imaginar que el apellido del pedagogo no es Crane sólo por casualidad (Crane en inglés quiere decir “grulla”). La imagen psicológica de Ichabod no es menos inusual. Washington Irving lo retrata como un profesor complaciente, un cantante ruidoso, un amante romántico… y como un acomodado ciudadano americano que ama la buena comida más que cualquier otra cosa y es un firme creyente en prácticamente todo lo que se pueda creer (el texto dice literalmente: Era, de hecho, una extraña mezcla de pequeña sagacidad y simple credulidad).


¿Por qué las caricaturas tienen un aspecto y personalidad tan singulares? Hay muchas razones para esto (una de ellas es, por supuesto, el hecho de que a menudo critican alguna figura real), pero gran parte de ello tiene que ver con el sentido del humor del escritor. Cuando éste caricaturiza un personaje tiene la oportunidad de mostrarlo en más de una dimensión: se burla de él, pero al mismo tiempo hace que el lector empatice con él (incluso si no siempre está de acuerdo con sus actos o con lo que dice).


Como hemos dicho, los protagonistas de La leyenda de Sleepy Hollow y Rip Van Winkle son ejemplos de caricaturas creadas mediante una larga descripción de su aspecto, comportamiento, lenguaje y, en resumen, todas las extravagantes características que los hacen diferentes. Pero muchas veces el escritor ni siquiera necesita describir al personaje de forma detallada para mostrar su singularidad: a veces el personaje se las arregla para caricaturizarse a sí mismo a través de sus actos y sus palabras.


Es el caso de la mayoría de caricaturas creadas por Charles Dickens. Los personajes en sus novelas suelen ser retratos deformes y exagerados de la sociedad victoriana, y un hecho curioso acerca de esto es que satiriza tanto a la gente de la clase más alta como a los de la más baja. Por ejemplo, en su obra Oliver Twist encontramos caricaturas tan distintas como Fagin (el anciano que retiene a Oliver y trata de convertirlo en un ladrón), el señor Bumble (el bedel de la parroquia, que destaca por su hipocresía y cobardía) y el señor Grimwig (el amigo del señor Brownlow, que desconfía de Oliver al principio).


Una caricatura a menudo está llena de contrastes, a veces con otros personajes y a veces consigo mismo. Fagin es un buen ejemplo de esto. Se le presenta como un anciano alegre que silba mientras prepara el desayuno y habla a todo el que le rodea usando expresiones afectivas (“sí, querido”, “no, querido”, “bien, querido”), pero sus actos lo muestran como una personificación de la maldad y la deshonestidad. Este contraste hace de él una amarga caricatura: tiene rasgos humorísticos, pero no es realmente ridiculizado, ya que representa un gran peligro y amenaza para otros personajes.


No es el caso del señor Bumble: desde el principio de la historia se le describe como un hombre malo y desagradable que sólo quiere beneficiarse a sí mismo de todo cuanto hace pero resulta ser demasiado estúpido para lograr algún éxito: tras perder todo lo que obtiene con sus artimañas, termina lamentándose de lo desgraciado que es. El señor Grimwig (de nuevo el término Grim no está en el nombre sólo por casualidad [Grim en inglés quiere decir “adusto, lúgubre”]) al principio es mostrado como un malhumorado caballero que es demasiado pesimista para creer en las buenas intenciones de los demás y se siente tan seguro de sus sombrías premoniciones que siempre asegura que se comerá su cabeza si no está en lo cierto, pero al final cambia y se comporta como un abuelo afectuoso con todos sus amigos. Otro personaje interesante en la novela es Nancy, que también tiene algunos rasgos exagerados (sus maneras, su lenguaje, su apasionado comportamiento) pero al mismo tiempo muestra un importante conflicto interno que finalmente hace de ella una heroína trágica.


Algunos lectores pueden pensar que el humor no es la forma más apropiada de enfrentar los problemas sociales o de representar la Historia, pero las caricaturas, por muy exageradas y absurdas que puedan parecer, muy a menudo dicen más sobre la realidad de lo que el propio autor puede expresar con palabras. En realidad, cuanto más caricaturiza un escritor a un personaje, más está enfatizando que hay una realidad detrás de esa figura, aunque tal vez pensemos que nadie luce, habla o se comporta así. La verdad es que una caricatura no es sino un individuo que el escritor pone bajo una luz diferente: una luz que revela todos los detalles del personaje, que los aumenta… y que, por qué no, añade algunos adornos sólo para hacer al lector esbozar una sonrisa.



IMAGEN: Fotograma del cortometraje de Disney "The Legend of Sleepy Hollow" (1949)

1 comentario:

  1. Buen día
    Llegué de casualidad y me interesaron sus comentarios. Gracias por escribir. Es un deleite para todos. Saludos,

    Guillermo F. Aguirre
    Y no soy pariente, por las dudas

    ResponderEliminar