Buscar este blog

domingo, 23 de mayo de 2010

Pincelada de ideas - Difícil

No es una pincelada de ideas exactamente, a no ser que renombre éstas como "lo que se me pasa por la mente en estos momentos", pero encaja mejor aquí que en otras etiquetas.

¿Por qué es tan difícil escucharte?


Sé que es por mi propio pecado. O tal vez por las interferencias. Pero muchas veces simplemente encuentro difícil esperar en el silencio para ver qué es lo que quieres decirme. ¡Quisiera que fuese más sencillo! Intento detenerme, parar, olvidarme de las distracciones diarias… pero… el silencio me pone nerviosa. No estoy acostumbrada. Por alguna razón, siempre me rodeo de ruido.


¿Por qué es tan difícil aceptar tu amor?


Siempre he aceptado tu amor como algo natural. Ahora no estoy tan segura. A lo mejor una parte de mi madurez se ha apoderado de esa parte del intelecto que se empeña en dar una razón a todas las cosas. Pero a la pregunta de por qué me amas no puedo encontrar una respuesta racional. ¿Por mí misma, por quien soy yo? ¿O es porque no te queda más remedio que amar a todos?


No soy capaz de comprender el significado de un amor incondicional. Algo en mi mente me dice que eso sólo son exageraciones. Cada vez que fallo, y cada vez que vuelvo a meter el pie en la misma trampa, a veces de forma consciente, luego te pido perdón. Pero a veces no me siento muy perdonada. Es difícil fallar tantas veces y poder creer que tú no te das por vencido conmigo. ¿Y lo creo? No estoy segura.


En momentos como este, me doy cuenta de mi egoísmo. Reconozco que estas dudas muchas veces me hacen sufrir, pero casi nunca recuerdo que el único propósito de mi existencia en este mundo es que tú te engrandezcas. Y sé que para ello puedes aún utilizar mis debilidades (tú lo has dicho). Pero… ¿mis repetidos pecados?


Conoces mi corazón. Y mis sentimientos. Sabes que a menudo, cuando leo o escucho esas historias de siervos tuyos que lo dan todo por ti, que se juegan la vida, que sacrifican todo lo que tienen para adorarte… ¡me lleno de tantas emociones encontradas! La admiración, claro está, pero también la impotencia y la incomprensión. Si bien me lleno de ilusión cuando escucho de sus acciones, éstas no me asombran tanto: sé que tú tienes poder para hacer cosas absolutamente imposibles. Pero ese amor que ellos sienten y demuestran… esa pasión por tu nombre…


Descubro que mi corazón no es así. Y no sé por qué. A veces intento consolarme, pensar que tal vez cambiaré con el tiempo. Pero el caso es que cada vez que oigo a alguien decir eres el mundo entero para mí o por un segundo a tu lado lo daría todo, me inunda un sentimiento de culpa. Sé que yo no puedo pronunciar esas palabras con total sinceridad. Tal vez en algún momento en que el ambiente, la situación o las circunstancias favorezcan una sensación de efusividad total: entonces, durante unos momentos, sí soy capaz de gritar que te amo, y que realmente lo siento. Pero sé que en el día a día no tengo esa pasión. Cada día tu voz es ahogada por otras a las que casi siempre presto más atención. Mira, ven, escucha, prueba, haz esto, haz lo otro… Una distracción tras otra, cosas que, por muy vanas que sean, me seducen más que la idea de pasar un tiempo escuchándote. En ese silencio.


No soy capaz de decir con sinceridad que te amo con toda mi alma, mi mente y mi corazón, por encima de todas las cosas. Y cuando veo esa actitud en mí, no me gusta.

¿Pero por qué? En realidad, ¿te conozco lo bastante como para saber cuanto quiero amarte? ¿O simplemente busco ese amor porque sé que es lo correcto, lo que debería sentir?


Quizás por eso intentar escuchar tu voz es tan difícil. Quizás en el fondo tengo cierto temor de enfrentarme a ella. No quiero levantar la vista hacia ti y ver que tus ojos decepcionados me rehúyen, diciéndome: Yo di mi vida por ti, ¿y tú no eres capaz de amarme de la misma forma?

En momentos como éste, sé que estoy luchando. Librando una batalla contra mis propios instintos, porque sea por la razón que sea, sé que no he sido creada para que mis deseos carnales reinen sobre los espirituales. Pero hay tantas voces que silban en mi cabeza…


Nunca podrás amarle como él lo merece.

Nunca podrás superar tus pecados. Día tras día, seguirás tropezando con la misma piedra (y no porque no la hayas visto).


Y tantas otras… Muchas veces es fácil distinguir aquéllas que debo ignorar, las que no son más que interferencias en mi vida de oración. Otras veces, en cambio, no es tan sencillo. Y temo confesar que esto se debe a que no conozco tu voz lo suficiente como para reconocerla entre todas las demás que me rodean.


A veces mis ojos sufren las consecuencias de estas luchas, y llegan las lágrimas, y la verdad es que entonces me consuelo un poco al ver que no soy del todo insensible. Pero también comprendo que las lágrimas también me consuelan por autocompasión. Y que ése no es el llanto capaz de sanar un corazón herido.


Hoy pienso en estas cosas, pero mañana será otro día. Una nueva jornada con nuevas distracciones. Y una vez más, las opciones serán: o dejarme llevar por ellas, o centrarme en lo espiritual y entristecerme por mis fallos, que parecen no tener fin.


¡Hay tantas cosas en mí que tienen que cambiar!


Sólo sé que no soy feliz con esta situación, y que tú puedes sanarme de estos sentimientos. Pero ya no quiero ir a ti sólo para pedirte consuelo, curación, guía, respuestas o alivio. Quiero empezar a necesitarte de otra manera. Quiero aprender a anhelar tu voz sólo por el hecho de ser tuya, quiero buscarte cada día, quiero preguntarte lo que tú piensas, quiero centrarme más en ti y olvidarme de mí. Quiero ser diferente. Quiero amarte y enamorarme cada día más de ti.


Quiero que crees en mí un nuevo corazón…

Madrid, 22 de mayo del 2010

1 comentario:

  1. Sin palabras. De verdad, sin palabras. Me has dejado... Creo que te falta una última parte... "De Dios, Para Dani". Madre mía, la caña que puede meter Dios es un texto como este. Conmigo has cumplido la función, tardaré días en dejar de pensar en esto. (Y, si puedo, no dejaré de hacerlo) A ver si podemos hablar pronto.

    ResponderEliminar