Como comentaba en la entrada anterior, mi idea es continuar con este reto de lectura aunque ya se haya terminado el 2015. Es uno de esos casos en que lo importante es acabar la carrera, no ganarla. Y vamos a empezar el año comentando un libro que ya leí hace más de un mes, pero no había encontrado el momento para hacer una reseña en condiciones: La mujer de blanco, de Wilkie Collins. La historia, según su propio preámbulo, «de lo que puede resistir la paciencia de la Mujer y de lo que es capaz de lograr la tenacidad del Hombre».
Si
eso es de lo que va esta historia o no, dejo que cada cual lo juzgue por sí
mismo. Personalmente no me gusta universalizar las cosas de entrada, pero sí
puedo decir esto: en este relato vamos a encontrar, efectivamente, mujeres pacientes y hombres tenaces. También hombres que hacen gala de mucha paciencia
y mujeres con una gran tenacidad, y como cabría esperarse, esos son
precisamente los personajes más interesantes: los que cuentan con ese doble
filo. Pero mejor hablemos de otras cosas antes, y ya comentaremos este tema de
los personajes en el penúltimo párrafo.
El
punto fuerte de esta novela es su narrativa. No porque su estilo sea
particularmente original (la literatura de esta época está llena de historias
contadas a base de diarios, informes y cartas), sino porque Wilkie Collins
parece ser uno de esos autores que sabe perfectamente cómo deben ir hilados los
acontecimientos en un relato de suspense. Sabe cuándo tienen que aparecer los
primeros elementos de misterio, cuánto hay que decir sobre ellos, en qué
momento empezar a desvelarlos y, en resumen, cuánta información hay que darle
al lector para que no se sienta perdido en medio de tanta incógnita pero
tampoco descubra todo demasiado rápido. Hoy en día, con toda la ficción
detectivesca que tenemos, es posible que tengamos una idea bastante clara de
cómo funciona esto, pero… ¿en 1859? No; esto tiene mucho más mérito de lo que
parece. Otro punto a favor de la novela es que, a pesar de que el tono es
realista en general (ya desde la estructura de las múltiples voces, que muestra
cierta obsesión por darle autenticidad al relato), también tiene aspectos
góticos y románticos que la hacen mucho más memorable. En concreto hay dos momentos claves en el cementerio que resultan de lo
más inquietantes y perturbadores.
Y
ahora volvamos al tema de los personajes. Hay que admitir que, aunque todos
cumplen a la perfección lo que su papel requiere de ellos, en general los
protagonistas son bastante unidimensionales. Para ser justos, eso era una
constante en la literatura inglesa del siglo XIX; no vamos a ensañarnos con
Wilkie Collins por eso. Pero sí, algunos arquetipos son bastante reconocibles:
tenemos al héroe honrado y humilde, a la joven dulce e inocente, al noble
despiadado que solo mira por sus propios intereses… Como ya he dicho, eso es en
esencia lo que espero de este tipo de novela, pero es necesario mencionarlo
porque es precisamente lo que hace aún más valiosa la presencia de dos
personajes que sí se salen de esos parámetros. Me refiero a Marian Halcombe y
al conde Fosco. Se trata de personajes técnicamente secundarios, pero son de
lejos los más interesantes: los que tienen una personalidad más desarrollada y
varios matices que hacen sus acciones algo más impredecibles que las del resto.
Habría sido muy fácil hacer de ellos meros «acompañantes» de Laura Fairlie y
sir Percival Glyde, pero no: tienen un carácter más allá del rol que
desempeñan. Marian es una heroína de la época; es evidente que no va a ir por
ahí agitando una espada ni comandando ejércitos, pero es inteligente y tiene
agallas, y la perseverancia con la que se entrega a la tarea de proteger a su
hermana Laura es algo para admirar. Al mismo tiempo tiene dudas e incluso toma
decisiones de las que luego se arrepiente, lo cual la hace aún más humana. En
cuanto al conde Fosco, ¿qué se puede decir? Tiene una personalidad tan
intrigante y difícil de descifrar que es imposible no odiarlo y amarlo al mismo
tiempo. Me recuerda un poco al capitán John Silver de La isla del tesoro en ese sentido: sabes que es peligroso y que no
deberías fiarte de él, pero tiene tanto carisma que entiendes perfectamente por
qué los personajes sí lo hacen.
Me
ha quedado una reseña más larga de lo que esperaba, pero miradlo así: que un
libro me haga hablar tanto casi dos meses después de haberlo leído es una muy
buena señal. Significa que no solo se lee con gusto, sino que además no se
olvida fácilmente. No sé si convenceré a alguien con esta recomendación, pero
por mi parte tengo claro que me ha encantado y que me alegro mucho de haberle
dado una oportunidad.
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