Diálogo entre mi hermana Juli y yo cuando terminé de
leer Los juegos del hambre:
Juli:
¿Ya estás con el segundo?
Abi:
No, estoy leyendo una novela de Jane Austen…
Juli:
¿¿En serio?? Yo no soy capaz… Me leí los tres seguidos y del tirón.
Abi:
A ver, Juli, hay que dejar tiempo para procesar entre libro y libro, que si no,
la trilogía no te dura nada… Yo me voy a terminar Persuasión, luego leeré En
llamas tranquilamente, escribiré la reseña para el blog, después un par de
libros más, y ya al final Sinsajo. ¡Si no hay ninguna prisa!
Eh… Sí. Claro. Buen intento, Abi.
Bueno, adelanto que desde luego no hay ni una sola
lectura entre En llamas y Sinsajo. De hecho, creo que mi tiempo
de “procesar” entre uno y otro duró algo así como media hora. Pero bueno, con
ese final… ¿qué esperabais? ¿Que después de leer esta segunda parte me tomara
las cosas con calma, escribiese un análisis detallado y lo publicase? ¿Con el
tercer libro esperando en la estantería? No, eso no iba a pasar: me engañaba a
mí misma. “Pero Abi, si ya habías visto la peli”. Eso… ¡eso no tiene nada que
ver! Vale, sí que tiene que ver. ¿Qué queréis que os diga? No me entiendo ni
yo.
En este libro continúa la lucha por la supervivencia a
la que los protagonistas fueron arrojados en la primera parte, solo que de
distinta forma: ya no se trata de sobrevivir en la arena, sino en el mundo de
la fama. Luego a la mitad del libro hay una vuelta de tuerca, sí, pero es
verdad que, hasta cierto punto, las partes más interesantes están en la primera
mitad. Es aquí cuando Katniss descubre que, a pesar de haber salido vencedora
de los Juegos, no se ha salvado. Se da cuenta de que, a partir de ahora, toda
su vida consistirá en interpretar un papel, aparentar y poner buena cara si
quiere proteger a los suyos. Este tema, en el que se profundiza incluso más en
el tercer libro, es una de las cosas que más despertó mi interés: ver que los
vencedores, que al fin y al cabo son las superestrellas de Panem, a los que
todos tienen en un pedestal, no están fuera de peligro, y de hecho hay un
precio muy alto por haber sobrevivido a costa de las vidas de otros. Después de
respirar aliviado al final del primer libro, creyendo que los personajes han
conseguido escapar de la boca del lobo, aquí te das cuenta de que en realidad
están casi en la garganta.
La verdad es que ahora es difícil hablar más de la
historia sin adelantar detalles de Sinsajo
(he ahí por qué debería haber escrito esto antes de leer el tercer libro), así
que voy a ir concluyendo esta reseña. Solo un detalle más, en el plano de lo
lingüístico: una cosa que me llama la atención es la habilidad de Suzanne
Collins a la hora de utilizar el narrador en primera persona. Es un punto de
vista que yo personalmente suelo evitar al escribir historias porque me parece
que la mayoría de las veces hace que la voz del autor y la del personaje se
confundan. Sin embargo, aquí no ocurre eso. No dudo que haya algún punto de
identificación, pero cuando leo estos libros escucho a Katniss Everdeen, no a
su autora. Es una forma de autenticidad impresionante. Dicho esto, al mismo
tiempo siento que Suzanne Collins es una narradora muy cercana y conoce muy
bien el talón de Aquiles de, quizá, la mayoría de sus lectores; por ejemplo, en
la parte en que los habitantes del Capitolio explican sus trucos para comer en
una fiesta se palpa un sentimiento de indignación compartida entre lector y
escritor que no pasa desapercibido.
Y con eso concluyo por ahora. Espero poder comentar Sinsajo antes del próximo cambio de
siglo, y al mismo tiempo seguir con las lecturas. Ahora mismo estoy con “un
libro escrito por alguien menos de treinta años”. Ya os contaré.
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