Antes de empezar esta reseña necesito aclarar una cosa
respecto a mi forma de leer novelas. Como comentaba el otro día con mis amigos,
yo antes era de las que, una vez empezado un libro, se sienten en la obligación
de acabarlo. Ahora no pienso así. Me estoy empezando a dar cuenta de que la
vida es demasiado corta para leer libros que no despiertan mi interés, cuando
hay tantas maravillas literarias en las que podría invertir mejor mi tiempo. Aun
así, he decidido saltarme esta filosofía a la hora de enfocar este reto de
lectura: primero, porque en un año no hay tanto tiempo como para empezar varios
libros en cada categoría hasta dar con el que te convence; y segundo, porque la
gracia de este reto es en gran parte arriesgarse y leer cosas que uno no
leería normalmente.
Digo todo esto como introducción porque tengo que
admitir que, si no estuviera intentando cumplir con este reto, me temo que Un burka por amor habría sido uno de
esos libros que habría dejado de leer antes de llegar a las cien páginas. Es más,
si me apuras, creo que lo habría dejado después del primer capítulo.
Lo cual es una pena, porque esta debería ser una
historia de las que conquistan al lector. El caso real que narra este libro,
sobre una española que viaja a Afganistán por amor a su marido y queda atrapada
allí durante años, no es algo que se escuche todos los días. Se trata de un
testimonio impactante que podría, no solo conmover y emocionar al lector, sino
también ayudarle a ver otra realidad, concienciarle y despertar su interés por
lo que ocurre en diferentes culturas, y lo que pasa cuando chocan dos mundos
tan diferentes.
El problema es que una historia verídica, y sobre todo
una tan asombrosa como esta, no es algo que cualquiera pueda escribir. En este
caso se trata de la primera novela de la autora, y eso es algo que se nota
muchísimo. Es una narración fría, repetitiva, que insiste mucho en lo obvio y
habla por encima de lo realmente importante, con un uso del lenguaje que no
está a la altura de algo que se va a publicar. Algunos ejemplos de esta escritura
chirriante:
Sus
padres, sus hermanos, hermanas y demás familia sabían que María procedía de
España, pero nunca imaginaron que una mujer española lucía de aquella manera,
sencillamente se la imaginaban más similar a ellas y su hijo no les había explicado
que se había casado con una mujer de origen español.
(Que alguien me analice este párrafo, por favor. ¿En
qué quedamos? ¿Sabían que era española o no lo sabían?).
Por
eso decidió dejar su empleo y aceptar otro que le permitiera moverse con más
facilidad. Y lo encontró al lado de casa. En el bar “M y M”, una cafetería
humilde, con menú diario de ocho euros, sin grandes pretensiones pero con
clientela fija y fiel, de las que hablan y escuchan cuando tocaba hacerlo.
(No sé qué se supone que debe hacer el lector con esta
información, salvo asumir que la autora cobra comisión de la cafetería M y M
por hacerles publicidad en su libro).
También
adivinó las direcciones de algunos organismos nacionales.
(… ¿cómo “adivinas” la dirección de un sitio?).
“-¿Sabes
qué, Nasrad? No sé nada de tu país. No sé en qué parte del mundo está, ni de
qué vive, ni qué coméis, cantáis o bailáis en vuestras fiestas. Pero no me
importa. No me importa nada. De hecho, me gusta. Porque tú me gustas mucho. Y
no necesito saber más”.
(Este pequeño párrafo aparece en la primera página. Es lo
primero que le dice la protagonista al que se convertirá en su marido, y espero
que os haya parecido profundo y conmovedor, porque ese es todo el desarrollo
que va a tener esta relación alrededor de la cual gira toda la historia).
Y esto último que he señalado es realmente el mayor
problema del libro. Es imposible empatizar con la protagonista, porque lo que
se supone que es el centro de sus sentimientos y decisiones, que es la relación
con su marido, se cuenta de una forma totalmente superficial. Nos dicen que su
amor es algo de otro mundo, que son los nuevos Romeo y Julieta (esta
comparación es del libro, no mía), que nadie ha visto nada igual, que se aman, se aman, se aman… nos lo dicen
una y otra vez, pero no nos lo muestran. Entiendo que estoy hablando de
personas reales y no de personajes ficticios, que a lo mejor ahondar en ese
tema era irse a un terreno demasiado personal. Pero si me vas a contar la
historia de una mujer que está dispuesta a convertirse al islam, a vivir en
Afganistán durante tanto tiempo en medio de una guerra, a criar a sus hijos en
ese país, a enfrentar el rechazo de una parte de su familia política, y a
llevar un burka, todo por amor a un hombre… entonces esa relación tiene que ser
el corazón del relato, no la excusa para hablar de un tema de actualidad. El resultado,
tal como yo lo veo, es que el libro no les hace ningún favor a las personas que
vivieron esta experiencia. Aunque con buena intención, supongo, la autora deja a la protagonista como una mujer caprichosa, egoísta e ignorante a la que el lector, en definitiva, no entiende. Y eso es algo que un buen biógrafo debería evitar a toda costa.
Conclusión: ¿lo recomiendo? Pues… Si eres como yo, con
leer la primera página ya sabrás a lo que te enfrentas y podrás decidir por ti
mismo. Desde luego, si lo que buscas es una historia verídica impactante y
contada de forma más humana y emotiva, te recomiendo muchísimo antes otras
opciones como Maus, de Art Spiegelman, o La niña de la jungla, de Sabine Kuegler.
Si lo que quieres es un libro que abra tus ojos a la realidad de la cultura
afgana, léete antes cualquiera de las tres maravillosas novelas de Khaled Hosseini. Y si lo que quieres es informarte sobre esta historia en concreto…
bueno, en ese caso puedes darle una oportunidad al libro de Reyes Monforte,
pero no esperes mucho más que eso: información. Por mi parte creo que esta
historia se merecía algo mucho mejor, la verdad.
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