Pensé
en abril, hace unos días
(no
han pasado aún dos semanas),
que
pronto iba a ser veintitrés,
una
fecha señalada.
Normalmente
en este blog
donde
suelto mis palabras
es
el día en el que salgo
de
la rutina marcada.
Que
es ese día especial
en
cultura literaria,
y
debo hacer algo más
que
una simple pincelada.
Así
que pensé: “Muy bien,
tengo
que darme más maña”.
Pero
es muy típico en mí
que
lo olvide en la semana.
Y
aquí estoy, hoy es el día
y
aún no se me ocurre nada
para
celebrar que en libros
mil
historias son contadas.
Quería
tener una idea
y
tengo una página blanca.
Supongo
que hoy este blog
se
quedará como estaba.
Se
dice que la lectura
de
creatividad nos carga,
pero
no hay mucho que hacer si
la
Musa se queda en casa.
“¿No
tengo imaginación?”
dice
mi voz indignada.
“Sí”
me respondo yo misma,
“pero
está un poquito ajada”.
Sin
embargo reconozco
que
no puedo ser tan vaga,
que
hoy es día de vestir
a
la lectura de gala.
Que
este siglo es complicado,
de
leer se buscan ganas.
Parece
que está de moda
contar
más con las pantallas.
Yo
misma admito que tengo
la
cara un poco cuadrada.
Quizá
eso me ha distraído
de
festejar las palabras.
Son
tantas las aventuras
en
los libros relatadas
que
me han dado alguna risa,
pensamiento
o esperanza,
tantas
páginas repletas
de
emociones encontradas;
tantos
son los personajes
que
han contado sus hazañas,
sus
penurias, sus misterios,
sus
caminos, sus batallas,
y
tantos que muchas veces
hacen
que llore en mi almohada…
que
es injusto que esta fecha
no
sea aquí celebrada.
Pero
insisto, no hay manera
de
que se me ocurra nada.
Es
tan fácil inventar
como
no comer manzanas.*
Tendré
que pedir disculpas
por
no estar muy preparada
para
este Día del Libro:
no
como yo deseaba.
Se
me ocurrió que tal vez
mi
metedura de pata
se
podría perdonar
si
mi disculpa es rimada.
Y
pensé: “No seas tonta,
hace
años que no hablas
en
versos ni en poesías,
y
tu rima está gastada”.
Pero
un poco de ridículo
es
una cosa muy sana,
y
además me lo merezco
por
no hacer mi parrafada.
En
fin, ¡feliz Día del Libro!
Hasta
aquí esta pincelada.
A
ver si el año que viene
está
un poco más currada.
*Este verso hace referencia a la afición de la autora
por comer manzanas compulsivamente, especialmente en medio de una lectura.
También simboliza su incapacidad para acabar este verso de una forma que
tuviese más sentido.