Continúo el reto con esta categoría y, la verdad, es difícil saber cómo empezar un comentario de este libro. El título que veis arriba, traducido al español, sería algo así como “Entreteniéndonos a muerte”. Si esto por sí solo no es una explicación de por qué es complicado dar mi opinión en una reseña de dos páginas, no sé qué es.
Supongo que puedo empezar como dije que haría con
todas las entradas, explicando por qué quise leer este libro. Resulta que en un
canal que sigo en Youtube lo recomendaron con tanto entusiasmo que me causó
curiosidad y decidí comprarlo. Y teniendo en cuenta el contenido y los temas
del libro, haberlo descubierto de esta forma es cuanto menos irónico, ahora que
lo pienso.
Resumiendo mucho, el autor expone las consecuencias de
que nuestra cultura hoy en día se base casi exclusivamente en el
entretenimiento, concretamente por parte de la televisión. Un paréntesis: este
libro se publicó en 1985, antes del “boom” de internet, así que no sé si Neil
Postman de estar vivo hoy en día se arrancaría los pelos al ver adónde hemos
llegado o se encogería de hombros diciendo que “lo sabía”, pero en cualquier
caso creo que el debate que abre es tanto o más relevante para nuestra
generación en la actualidad. Postman compara la cultura anterior a la invención
del telégrafo y la fotografía (la “Era de la Exposición”) con lo que él llama
la “Era del Negocio del Espectáculo” actual, explicando que cada nueva tecnología
trae consigo un cambio de mentalidad radical y que, en el caso de la
televisión, ha provocado que todas las áreas de la vida que antes se
consideraban serias ahora se hayan convertido en formas de entretenimiento
(analiza con más detalle los ejemplos de información, religión, política y
enseñanza). Dice en el libro: “Y no hay nada malo en el entretenimiento. Como
dijo una vez un psiquiatra, todos construimos castillos en el aire. Los
problemas vienen cuando intentamos vivir
en ellos”.
Si quisiera analizar en profundidad este libro tendría
que dedicarle muchas más páginas, así que intentaré resumir todo lo posible.
Para empezar debo decir que no estoy muy segura de ser el tipo de lector a
quien Postman se dirige. Supongo que hay cierta universalidad (bueno, mejor
dicho “occidentalidad”) en los temas que trata, pero al mismo tiempo está claro
que a quien apela con más urgencia es al público estadounidense. Pero bueno,
teniendo en cuenta que todo lo bueno y lo malo de EE. UU. al final acabamos
importándolo aquí, creo que esto nos concierne a todos. Sobre todo hoy en día,
cuando prácticamente hemos vaciado de significado el término “distancia”.
Tengo que admitir que cuando comencé esta lectura
quería darle la razón al autor más de lo que he acabado dándosela. Quería
suscribir todo lo que dice. Al fin y al cabo, no es un secreto para nadie que
tengo bastantes reservas con los cambios sociales que están introduciendo las
nuevas tecnologías, que pienso que la importancia que damos a Internet está muy
desequilibrada y que creo que todos (yo la primera) deberíamos pasar algo más
de tiempo leyendo y menos delante de una pantalla. Sí, vale, suena
increíblemente pedante, pero no puedo evitar pensar así. Y tampoco creo que yo
sea muy original por decir esto ni que vaya a escandalizar a nadie. Muchísima
gente lo piensa, y la mitad de nuestros chistes hoy en día se basan en lo
absorbidos que estamos por todo lo virtual. Así que, en teoría, debería estar
de acuerdo con todo lo que critica y advierte Postman en este libro.
En parte así es, pero no puedo negar que tengo algunos
problemas. Estoy de acuerdo en muchas cosas, desde luego, pero hay puntos que
no puedo suscribir. Por varias razones, pero principalmente por dos: primero,
porque incluso yo, con todo lo crítica que a veces soy con estos temas, sé que
escribir un libro cuyo mensaje se resume en “todo tiempo pasado fue mejor” no
ayuda mucho a nivel práctico; y segundo, en la misma línea, porque el espacio
que el autor dedica a proponer soluciones es ridículo en comparación con el
que dedica a criticar y señalar el problema. Estos detalles me chirrían, y
hacen que al final no pueda aplaudir del todo estos argumentos.
Por otro lado, lo bueno de Neil Postman es que es
coherente con su discurso en el sentido de que no parece buscar el aplauso
tanto como la reflexión. Y eso, desde luego, lo consigue. Se puede estar de
acuerdo o no, pero al final sé que hay algo que no puedo negar tras leer este
libro: vivimos hipnotizados. Eso es así. Estamos sometidos a un embrujo
constante por parte de esta cultura del entretenimiento y el espectáculo que
nos ha tocado vivir, y aunque lo único que saques de leer este libro sea darte
cuenta de ello… saberlo es haber ganado media batalla. Así que, en resumen, sí
que lo recomiendo. Y mucho. Hoy por hoy creo que no conozco ni a una sola
persona para quien el contenido de este libro no sea relevante.
P.D.1 Acabo de descubrir que, al contrario de lo que
creía, el libro sí dispone de traducción en español. El título es Divertirse hasta morir, para quien
quiera buscarlo.
P.D.2 Leo un poco más rápido de lo que escribo estas
reseñas, así que probablemente comente el siguiente libro dentro de nada.
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