Primero, señalemos el primer detalle a tener en
cuenta: esta casilla de la lista es trampa, claramente, porque en una categoría
te cuelan tres libros por uno y eso hace que este reto incluya cincuenta y dos
libros, no cincuenta como creíamos. Pero no pasa nada. Lo bueno, y eso es lo
que pensé cuando vi esta categoría, es que por fin tenía una excusa para leerme
de una vez Los juegos del hambre,
que ya era hora. Aclaro también que he preferido separar las tres partes en
tres reseñas distintas porque antes de llegar al segundo tomo voy a leer otros
libros, pero ojito, que nadie se haga el gracioso poniendo spoilers en los
comentarios, ¿eh? Que nos conocemos.
En los otros títulos lo primero que he ido comentando
es la razón por la cual escogí ese libro. Pero tratándose de Los juegos del hambre, vamos a ser
honestos y comenzar con la pregunta que sé que realmente os interesa: si estoy
leyendo la trilogía antes o después de ver las películas. La verdad es que hace
varios meses vi la primera parte y la segunda, así que supongo que tanto este
primer libro como En llamas tendrán
cierta desventaja al leerlos. Pero también hay que tener en cuenta una cosa: si
una novela depende exclusivamente de la intriga y el suspense para mantener tu
atención, eso significa que se trata de un libro para leer una sola vez.
Ese no es el caso con Los juegos del hambre. La historia es interesante por sí misma y
por los temas que trata, no solo porque la acción enganche. Hoy en día con los best-sellers siempre hay mucho prejuicio
(a veces con razón), sobre todo cuando tienen adolescentes por protagonistas,
pero en el caso de esta obra no creo que se puedan lanzar tan a la ligera las
acusaciones de” superficial”, “comercial” o “frívolo” que a menudo reciben este
tipo de sagas juveniles. No creo que esto sea literatura solo para distraerse:
el mundo que retrata es demasiado parecido al nuestro en algunas cosas como
para que la lectura sea escapista.
Eso sí: si hablamos de género, yo situaría
esto más en la fantasía que en la ciencia-ficción, en el sentido de que no
consigo ver esto ocurriendo así en nuestro mismo universo. Más que una advertencia
realista sobre el futuro, creo que lo que realmente presenta Los juegos del hambre es una caricatura
exagerada de nuestro presente. Pero eso no lo hace menos preocupante: todo lo
contrario. Significa que, aunque quizá nunca lleguemos al punto de crear un
reality-show en el que un grupo de niños se asesinan entre ellos, esto ya está
pasando en cierto modo. Leyéndolo no podía dejar de pensar que de alguna
manera, como sociedad, continuamente sacrificamos personas (muy a menudo
jóvenes y niños) a un mundo de la fama y el espectáculo que sabemos que no les
hará ningún bien y probablemente les lleve a la depresión, a adicciones, o a
cualquier acto desesperado. Pero aun así lo permitimos. ¿Por qué? Porque
necesitamos, consumimos, exigimos ese entretenimiento. Necesitamos que haya
gente que se mueva dentro de la caja tonta para nuestro disfrute. Queremos
“entretenernos a muerte”, si me lo permitís (madre mía, leer esto justo después
del libro que comenté hace unos días ha sido como prender una mecha).
El caso es que no solo se trata de una buena aventura
con buenos personajes, sino también de una lectura que invita a la reflexión, y
encontrar eso en literatura juvenil ya es un elemento que le da muchos puntos a
Suzanne Collins. Ya tengo ganas de leer la segunda parte, no lo puedo negar.
Pero paciencia: tampoco quiero que se me acabe enseguida.