Me había planteado dedicarle
esta pincelada a algún libro de Oscar Wilde, pero luego pensé que, como las
últimas pinceladas de arte fueron sobre Orgullo y prejuicio, quizá hoy
debería optar por algo menos clásico. Oscar Wilde es el siguiente en línea.
¡Saludos!
P.D. Hola, soy la versión
idealista de Abigail y he pensado que molaría mucho empezar de una vez a
tomarme en serio lo de hacer publicaciones semanales. La Abigail pesimista, o
“realista” como dice ella, ha fruncido el ceño cuando se lo he comentado, se ha
reído y me ha dicho que “menuda novedad”, pero vamos… ¡ese no es el espíritu!
¡Nos vemos el próximo lunes!
Nunca me abandones, del escritor británico Kazuo
Ishiguro, es el segundo libro que he leído este año, y una de las lecturas más
interesantes que he tenido en mis manos últimamente. Publicada en 2005, esta
novela narra el crecimiento de Kathy, una estudiante del inquietante internado
de Hailsham, en Inglaterra. Digo “inquietante” porque, a pesar de que al
principio parece que las experiencias de Kathy podrían ocurrir en cualquier
internado común, desde los primeros capítulos se ven indicios de que Hailsham
no es una institución corriente… como tampoco lo son sus alumnos. La historia
de Kathy y sus amigos, Ruth y Tommy, se va desarrollando poco a poco (día a
día, página a página), mostrando las relaciones entre ellos, el aprendizaje que
los tres siguen y su forma de ver y enfrentar la vida después de Hailsham.
Por lo que he dicho en las líneas anteriores podría parecer
que estamos hablando de una novela de suspense o de misterio, pero no es así. Y
creo que eso es parte de lo que hace esta historia tan interesante, a la par
que un poco perturbadora. Desde el principio del relato hay tabúes, conversaciones
a escondidas y cosas que se mantienen en silencio, pero no hay investigaciones,
ni realmente un interés tan grande por parte del lector en descubrir lo que
está pasando. Es decir, ese interés existe, pero es secundario frente a lo que realmente
se crea a lo largo de la novela: una conexión entre el lector y los personajes.
El interés por saber qué harán y qué les ocurrirá es mayor que el de saber qué
es todo este juego de luces y sombras que tiene lugar a su alrededor. Vemos
esto como lo que realmente es: una historia de crecimiento y aprendizaje, no
tanto una trama que hay que resolver. La misma novela parece intuir que provoca
esa reacción, y saca todo el partido posible de ello. Por ello, cuando de vez
en cuando deja caer como si nada alguna pieza clave del puzzle o un elemento
revelador que hace al lector atar cabos, me atrevería a decir que el impacto es
aún mayor. Por sorprendente que sea esa nueva información, lo que se pide del
lector es que lo acepte como parte de la vida, y no como la solución a un
misterio. Esto hace que en parte la novela sea muy angustiosa y provoque una
fuerte sensación de impotencia.
Esta impotencia, como he mencionado antes, nace de la
identificación del lector con los personajes. Por supuesto Kathy es la voz narradora
y por lo tanto nuestros ojos, de modo que descubrimos este mundo al mismo
tiempo que ella. Pero también con Tommy y Ruth se conecta enseguida, ya que si
una cosa hay que destacar es que el autor pone mucho cuidado en la construcción
de los personajes: todos tienen una personalidad definida y todos tienen sus
luchas, sus defectos, sus cualidades y sus distintas formas de reaccionar. Las
relaciones entre los tres protagonistas están muy bien llevadas, de modo que los acercamientos y los conflictos entre ellos parecen justificados, y no
artificios argumentales para llevar la historia en una dirección concreta.
He dicho que en parte la novela es muy angustiosa, y lo
mantengo. Pero al mismo tiempo esos detalles de realidad, de convivencia, de
cómo afrontar las dificultades del día a día, de enamoramientos y decepciones,
y de ese amor que a veces es doloroso y a veces sana… esos detalles hacen de Nunca
me abandones una historia que también es muy hermosa, y que como toda vida
humana contiene una conmovedora belleza. Los momentos de tristeza e
incomprensión ayudan a que, tras cerrar el libro y dejarlo en la estantería,
éste siga resonando en la mente del lector, provocando preguntas y reflexiones.
De algún modo la historia (cuyo ritmo, por cierto, es pausado pero no lento, y
se hace muy entretenido gracias a la estrategia narrativa del recurrente “de
esto os hablaré más adelante” que el narrador emplea) se convierte en una
especie de ciclo, pues a pesar de la evidente diferencia entre nuestras
circunstancias y las de Kathy, la verdad es que es muy difícil escapar a la
sensación de que la novela te hace un gesto y susurra: “Esto también va
contigo”.
Nunca me abandones es una lectura que vale mucho
la pena y que recomiendo totalmente. Como todos sabemos, el mundo no puede
componerse sólo de libros que nos hagan alzar emocionados la bandera de creer
en la humanidad: son muy necesarios aquellos que nos hagan cuestionarnos a
nosotros mismos, ver lo frágiles que somos y las graves consecuencias que a
menudo tienen nuestras acciones. Libros que nos hagan darnos cuenta de que la
raza humana no es autosuficiente, porque sólo entonces podemos reconocer
nuestra necesidad. Libros que nos pregunten qué es lo que nos hace humanos, y
qué estamos buscando. Y éste es, sin duda, uno de esos libros.