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jueves, 24 de febrero de 2011

Pincelada de ideas - Carpe Diem

Diem significa que el planeta da un giro completo sobre sí mismo; que la luz del sol toca absolutamente todos los continentes y que cada país ve la luna durante algunas horas. Diem es luz sobre un fragmento de la Tierra antes de que éste vea la noche. Diem es, desde nuestro limitado punto de vista, un puente entre el amanecer y el atardecer, el hilo que conduce el sol entre el este y el oeste.

Diem es también una casilla en nuestros calendarios. Es una séptima parte de nuestras semanas, dos vueltas completas de las agujas en nuestros relojes. Es segundos, minutos, horas. Veinticuatro, para ser exactos. Diem es tiempo… y alguien dijo una vez, con no poca sabiduría, que el tiempo es oro.

Diem significa oportunidad. Significa que desde el instante en que te despiertas puedes respirar, moverte, mirar a tu alrededor, hacerte más alto, más sabio (nunca te acostarás sin saber algo nuevo, dicen), sonreír tantas veces como te dé tiempo, llorar si lo necesitas, mojarte las manos, acariciar el aire, correr, visitar sitios en los que nunca has estado, hablar con una persona, pensar, comer, beber, escuchar sonidos, jugar, aprender, hacer tonterías… Diem se traduce como un trozo de vida.

Y es que Diem es un regalo: un regalo de valor incalculable. La mayoría del tiempo no nos damos cuenta de lo importante que es, pero cada vez que apoyamos la cabeza en la almohada para dormir ponemos fin a algo único, algo que jamás volverá a repetirse. Más tiempo sí, nuevas oportunidades también, momentos semejantes probablemente… pero nunca el mismo. Diem es un regalo con fecha de caducidad. Y si lo pierdes, no puedes volver a recuperarlo.

Quizá pienses que no importa perder algunos. Que ya vendrán más y mejores, que la mayoría son todos iguales. ¿Pero cómo pueden ser todos iguales si ni siquiera tú eres exactamente el mismo cada mañana? ¿Quién sabe si las circunstancias que hoy te rodean volverán a ser las mismas? ¿Quién te asegura que puedes permitirte dejar para mañana lo que puedes hacer hoy?

Y en cualquier caso, ¿vale la pena? ¿Se puede desperdiciar algo con tantísimo potencial? Nadie tira el oro a la basura sólo porque sabe que siempre encontrará más debajo de su almohada. Y ningún hijo rompe descuidadamente un regalo de su padre porque se cree con derecho a exigir todos los que quiera.

Por eso Carpe Diem significa darle a ese regalo la importancia que se merece, ser consciente de su valor, acariciarlo y aprovecharlo. Es tener el valor de esforzarse, de hacer que el planeta nunca gire en vano. Es recordar que no todo se puede dejar para mañana, porque hay oportunidades que desaparecen sin avisar. Es no dejar que el tiempo pase de largo, sino agarrarse a él y no dejarlo escapar. Es tener cuidado de nuestras responsabilidades. Es, en resumen, elegir cada mañana vivir la vida en lugar de verla pasar a todas horas y decir: “otra vez será…”.

Quiero elegir Carpe Diem: quiero abrazar el presente que se me ha dado de forma incondicional y no derrocharlo ni romperlo, porque un regalo no se merece esa indiferencia.



Madrid, a 23 de febrero de 2011